Garzas, sauce y camelias en la nieve




                                      Garzas, sauce y camelias en la nieve, Japón, S. XIX

Hoy estas amapolas cumplen dos años. A pesar de mi paso errático a veces, de largas permanencias y alguna que otra ausencia, tengo la sensación de haber consolidado lazos, una especie de círculo sagrado, con una puerta abierta, bidireccional, una casi certeza de que algunos estáis ahí, siempre, para cuando las amapolas renazcan a pesar de su octubre, o incluso si pasado ese octubre decidieran convertirse en otras para desafiar su lento avance hacia la nieve, de que sabéis también que yo estoy ahí, que la ausencia es engañosa, que en realidad nunca he dejado de cruzar la puerta que me lleva hasta vosotros.

En aquella
primera entrada, el nombre del blog iba acompañado del  anuncio "para arrancar un poco de belleza al tiempo, a los días...". Después lo borré, me parecía pomposo, pero en aquel momento se trataba casi de una cuestión de supervivencia. Necesitaba en aquellos días arrancar la mínima belleza que pudiera encontrar cómo y dónde fuera y necesitaba decirlo. Decir nunca es un acto banal. En aquel momento fue una invocación. Y la respuesta, inesperada. Me encontré de pronto rodeada de voces amables, voces que acompañaban, protegían y consolaban mucho más de lo que suponían. Es entonces cuando se comprende el sentido de las palabras de los profetas: "Buscad y encontraréis, pedid y se os dará". Ellos nunca aseguraron que encontraríamos lo que buscábamos ni que se nos daría lo que pedíamos pero, maliciosos, tampoco advirtieron que tal vez sería mejor, mucho mejor.

Después, fui dejando por aquí otras voces, sonidos, imágenes que pretendían ser una suerte de espejos, un modo de decir oblícuamente, esto soy yo, o quisiera ser, en cualquier caso, forma parte de mí. Y -os disteis cuenta- había un eje, no tanto esa escritora brasileña sobre la que habéis tenido todos la bondad de permitir que me repitiera machaconamente, sino el de la poesía, y el de la poesía escrita por mujeres, y un tipo de escritura que casi siempre apuntaba a cierta instancia más allá del lenguaje, a eso que precisamente por su cualidad de indecible ha recibido tantos nombres, desde lo místico a lo real.

Todo eso formaba parte de mí. Pero la persona es tantas, hecha de tantas superficies y rugosidades y corrientes subterráneas. Quién sabe a dónde va a parar una piedra cuando se deja caer al fondo de un pozo. Y aunque mostré, en pocas ocasiones, es cierto, alguna que otra superficie más tangible, siempre dejé de lado un aspecto que también soy yo, aquella que, cuando le han preguntado "si te hubieras encontrado en el caso de los muchachos que se perdieron en la nieve y que para sobrevivir tuvieron que alimentarse de carne humana, ¿lo habrías hecho?" responde sin la menor vacilación "por supuesto".

Gracias, gracias a todos.





Mis disculpas. Quería dejar los comentarios abiertos y no supe hacerlo. ¡Suerte que me han avisado! Ahora sí que la casa está abierta de par en par. Gracias una vez más.

Shangri-La





Acaba de aparecer el último número de la revista de cine y literatura Shangri-La. Se trata de un número temático dedicado al lenguaje de la memoria. Sus editores han hecho un espléndido trabajo. El resultado es de verdad hermoso. Se puede descargar aquí: Shangri-La, número 11, El lenguaje de la memoria.

 "Pero, ¿qué sabía Marguerite Duras?, una aproximación a El arrebato de Lol V. Stein", es el título del texto con el que participo. Se encuentra en Shangri-la, 11.1.