El sueño de las amapolas

Magritte, El imperio de las luces

Atendiendo a alguna reflexión que la entrada anterior había suscitado, dada la aparente exclusividad de su dedicatoria y, en consecuencia, el aparente abandono de ellos, había prometido volver para hablar de espejos, del otro y yo, de la otra y tú, de La hora de la estrella y de su narrador, Rodrigo S.M., intelectual barbudo que, cuando se mira al espejo, se reconoce, reconoce en él a la frágil protagonista -Macabéa, la indefensa nordestina que emigra a Río, una ciudad hecha toda contra ella- y de la autora, Clarice Lispector, a quien el espejo le muestra a Rodrigo, Rodrigo y su dolor y su vergüenza transcribiendo la insignifcante y terrible historia de Macabéa.

Y había empezado a escribirla. El resultado, sin embargo, no era el deseado. Excesivamente académica, cuando no moralmente aleccionadora. Y ése no es el propósito de las amapolas. Ellas sueñan con un poco de luz, silencio y música y, a veces, una luna llena. Para todos, se lo aseguro.


45 comentarios:

Fernando dijo...

.......besos sólo para ti.

Clarice Baricco dijo...

"Hasta mirarse en el espejo no le resultó tan aterrador: estaba contenta, pero cómo dolía".

Uno de mis subrayados del libro.

Querida, ya no me infartes más.
Juntaste un corazón entero.
(Magritte que me recuerda la historia de mi Bethania; la luna que me recuerda a Jaime Sabines) y tú sabes el resto.

Abrazos.

mjromero dijo...

Hablar al espejo es necesario y más necesario aun que el espejos nos devuelva los nombres y las voces con que podemos hablar, es una necesidad vital...
Si esta vez el espejo te ha dicho no, has hecho bien en hacerle caso, aunque dudo de la infabilidad del espejo en este caso.
Tu voz y la de Rodrigo S.M. con Clarice me han llevado a las imágenes del espejo, y sólo veo belleza.

Gracias,
un beso.

Isabel Mercadé dijo...

Besos para ti, Fernando, y también .......

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Graciela:
Sí, ver con alegría duele.
Pues, ¿si te digo que había pensado en Cateano para la música?

¿Cómo se relacionan tu Bethania y Magritte?

Un enorme abrazo.

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Alfaro:

Ese espejo pertenece a otro lugar. Tal vez algún día se muestre y me encantaría que también me acompañaras, tú, maestra de los pronombres y los reflejos que saltan y parece que se muestran y se esquivan. Gracias a ti.

Besos.

Marisa Peña dijo...

¡Qué belleza, Bel! Me has hecho recuperarme casi por completo. (bueno, por completo no, pero sí bastante) Quiero leer el libro de Clarice Lispector porque leí tus primeras entradas y me emocionaron.
Un poco de luz, silencio, música, una luna llena...y tus palabras acariciando el alma como miles de pétalos , de amapola, claro. un abrazo queridísima Bel.

Conde de Galzerán dijo...

Bueno, ahora que ya no hay restricciones a los varones, con la venia, me cuelo.
Al principio, creí que se hablaba de la Melibea de un tal bachiller converso. Pero luego he caído en la cuenta que se trata de Melibéa. No puedo aportar mucho. Es decir, nada. A Lispector la conozco de oírte a ti, Isabel. Lo confieso de plano. Y decirte, que tu blog cada día se me asemeja más a mi casa. Esa reproducción magrittiana pende en mi salón desde hace algunas centurias.
En definitiva, todo lo anterior es una excusa para visitarte y dejarte unos besos.

alba dijo...

Ay, Bel, cuántos aciertos en esta entrada... Aunque por otro lado, y de verdad de la buena, nada me hubiese importado leer tus reflexiones sobre "La hora de la estrella", más bien todo lo contrario. Estoy convencidísima de que íbamos a aprender todos un montón. Pero vayamos a esos aciertos, sí, sí, sí... El primero, el propio libro. ¿Sabes?, siempre que alguien me regala una flor, o cuando yo misma me hago ese detalle, me viene a la cabeza un framento de este libro en el que además, creo, se perfila muy bien la personalidad de Macabea, y también la de Rodrigo. Es éste:

"Tal vez la norestina ya hubiese llegado a la conclusión de que la vida le incomoda bastante, el alma no cabe bien en el cuerpo, aun un alma pobre como la suya. Imaginaba la chica, llena de superstición, que si acaso llegara alguna vez a sentir un gusto muy grande de vivir, se perdería de pronto el encantamiento que la había convertido en pricesa y terminaría por transformarse en un animal rastrero. Porque, por mala que fuese su situación, no quería verse privada de sí, quería ser ella misma. Pensaba que le tocaría un castigo grave y que hasta correría un riesgo de muerte si sentía ese gusto. Entonces se defendía de la muerte viviendo menos, gastando poco de su vida para que no se le acabara. Esa economía le daba alguna seguridad, porque el que cae al suelo, de allí no pasa. ¿Tendría la sensación de que vivía para nada? No puedo saberlo, pero creo que no. Sólo una vez se hizo una pregunta trágica: ¿quién soy yo? Se asustó tanto que dejó de pensar por completo. Pero yo, que no alcanzo a ser ella, siento que vivo para nada. Soy gratuito y pago las cuentas de la luz, el gas y el teléfono. En cuanto a ella, de vez en cuando, cuando cobraba su salario, hasta se compraba una rosa".

Y ahora estoy pensando: ¿y por qué le has escrito todo el párrafo, pobrecita, si ella ya conoce bien el libro, si yo quería hablar sólo de flores? Ah, sí, porque ayer me regalaron una flor, y como ya te he dicho antes, en estos casos, no sé por qué, me acuerdo de todo este fragmento, de principio a fin. Ayer lo releí, claro, después de recibir esa flor que... ay, se me ha olvidado su nombre, era muy raro, si la vieras, roja, roja... ¿cómo se llamaba?,en fin, que no lo sé.

El segundo acierto, la imagen. Si te digo que tengo un poster gigante con otro de los Imperios de las luces que pintó Magritte, porque hizo varias versiones, ¿te lo crees? Tampoco sé muy bien por qué, pero cuando vi el cuadro en Venecia, en el Guggenheim, me impactó muchísimo. Me quedé no sé ni el tiempo delante del cuadro, quieta, sin deir ni mu. Tanto me gustó que me compré el poster, de esto hace ya unos años, y ¿sabes que no hay noche que no me acueste sin mirarlo? Y me encanta inventarme cuentos. Qué pasa dentro, quién hay en las habitaciones con luz, y en las otras, ¿ya duermen? ¿Y acaso saben que afuera, en el cielo, es de día? Y no te creas, que más de una vez, no sé si fruto de mi obsesión por esta imagen, he creído tener esa sensación de medio noche, medio día.

Y los terceros aciertos... tú, y tus amapolas, y la luz que sueñan, y el silencio que acarician, y la música que bailan sus pétalos, y la luna, que a veces (ahora está en fase de crecimiento), se muestra llena, más arriba de ese cielo azul claro, o más abajo, sobre el estanque, flotante, llenando de noche los sueños de los que ya duermen.


Un beso dulce y grande. Y ya perdonarás esta parrafada.

Isabel Mercadé dijo...

Marisa:
La primera entrada en la que hablo un poco de Macabéa es "Clarice Lispector, gatos y cerezas". No sé si te refieres a esa. Sea como sea, gracias. Y me alegro mucho de que el resfriado vaya mejor (aunque creo más en el efecto del caldito y las mantas y el descanso).
Un gran abrazo.

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Conde,
Precisamente eso digo, que no las había. Y usted, justo usted que se siempre puede mirarse al espejo y ver a Rita, o incluso a Bettie Page (claro que, le comprendo Conde, esto último también es difícil para mí).
¿De verdad se parece a tu casa? ¡qué bien! Entonces es un lugar donde caben los sueños...
Gracias, siempre, por estar aquí y besos mil.

Isabel Mercadé dijo...

(*,
Alguien que te quería, seguro, te la regaló. ¿quién, si no, ofrecería una flor roja, con un nombre imposible de recordar para que te resultara inolvidable?
Hay un cuento de Clarice Lispector, que sale de un recuerdo semi-autobiográfico, sobre una niña que saltaba rejas para robar rosas...y no, no tenía presente ahora esta maravilla de fragmento. Muchas gracias por traerlo aquí. Es eso, sí, precisamente eso...
Debíamos de estar escribiendo simultáneamente. Mientras contabas tu evocación de la luz, le decía yo a Conde que si en su casa tiene esa reproducción, debe de ser un lugar donde caben los sueños y Magritte supo, desde luego, cómo iluminarlos. Yo sólo tenía una pequeña tarjeta, que terminé regalando, pero los sueños no se pierden por más que los regales, al contrario, se multiplican, y hace unos segundos, éramos tres compartiéndolos.
He pensado en ti, cuando he mencionado la luna llena. Gracias de nuevo.
Un montón de besos.

VaNe dijo...

mil besos
que estes muy bien


LE DESEO LO MEJOR!

=D
muak

Alexsandra

Isabel Mercadé dijo...

Gracias, Vanessa. Por supuesto, harto de lo mismo y mucho más.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

da gusto cuando escribes tú, doctoranda

¿vienes conmigo a la luna?

jo, porfa

Isabel Mercadé dijo...

Ay, Santi, si me lo pides así, como mi hijo cuando era pequeño...¿quién puede negarse? Vamos, pues...

MGJuárez dijo...

Querida Bel, me gustan las puertas abiertas, como las que dejas para todos nosotros. Estoy segura todos hubieramos "aprovechado" ese texto académico, pero el espacio es tan luminoso en sí que caminando de tu mano, ya me dirijo hacia las palabras de Lispector.

Un sentido abrazo,
Montse.

P.D.:aprovecho para decir que voy "conociéndoles" a todos/as, gracias a Bel, entrar aquí es una cita de encuentros con la palabra y la emoción. Me complace la imagen de este campo de amapolas extendido para todos nosotros. Gracias.

Isabel Mercadé dijo...

Gracias, Montse. Qué bien que te parezca luminoso... sólo por eso ya vale la pena.
Luminosos abrazos, pues.

Mertxe dijo...

Yo hace años que sólo me miro al espejo para peinarme y cosas así. Nunca me han gustado los espejos. ¿Por qué? Alguna razón debe de haber por ahí, pero tan enterrada en la materia gris de mi coco que sería un acto de locura intentar exhumarla. Que se quede ahí. Esas otras y nosotras (no doy abasto con todos los yoes que me salen al paso) son, en mi caso, lejanías que me conviene 'no meneallas'.

Bel, que muy buenas tardes.

gloria dijo...

Bel haces unos post tan hermosos que consigues transportarnos a todos a los otros lugares, donde sólo luz, silencio y música nos llenan.
Clarice Lispector, Rodrigo, Macabéa y el espejo, y por supuesto Río...
Qué más.
Gracias por tu belleza Bel.

Goliardo dijo...

Ya te lo decía allá en mi casa, me siento involucrado en esta entrada: Bel, Clarice, Rodrigo, Macabéa, Goliardo, un maravilloso laberinto de espejos donde cada uno, de alguna forma, se refleja en el otro. Y la magia se traslada a la música en uno y otro caso: Astrud, Caetano, Jaime Ross parecen escucharse unos otros desde sus espejos sonoros. Tu texto se nutre y contamina maravillosamente del texto de Clarice, y mis lecturas se funden en una, voy visitando y habitando a Rodrigo y a Macabéa a través tuyo. Lo que más me gusta, es que no me siento perdido en este laberinto de espejos, dejo que sea el camino el que me vaya llevando entre ellos.
Y no puedo más que agradeerte este hermoso paseo mágico entre espejos.
Aunque TAMBIÉN me encantaría leer la versión académica, reviviría de algún modo viejos tiempos míos, con inmenso placer.
Te mando un gran abrazo, que se multiplica en los espejos.

Goliardo dijo...

Y ahora el olvido es mío: ¿cómo olvidar, al espejo que propone Magritte desde la imagen? Las luces se multiplican en los reflejos, hermosa metáfora que viene muy al caso. Otro abrazo que se multiplica.

Antonio Martín Bardán dijo...

Hola, Bel.
Quería decir algo coherente con respecto a esta última entrada, pero me temo que desconozco la historia.
Así que me quedo con el propósito de las amapolas, con la dulce canción, que me recuerda la voz de Astrud Gilberto, y con la pintura de Magritte y su casa entre dos luces.

Por cierto, ¿qué es un espejo?

Un saludo. La próxima vez intentaré estar más atento.

Anna dijo...

Es un salón muy luminoso, de agradable compañia, sito en la calle amapolas del barrio de Octubre.

Bs

Micaela dijo...

Te deseo todo lo mejor para el 2009 y que sigas escribiendo textos tan bonitos como éste. Beosos.

Isabel Mercadé dijo...

Si tú lo dices, me lo creo, Mertxe querida.¿Ni de pequeña? ¿Ni de adolescente? Yo recuerdo haberme pasado horas intentado averiguar quién había allí. Por no hablar de los que una se encuentra esperando, apostados por las esquinas...
Muy buenas noches para ti y un beso.

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Es sólo un intento de no traicionar las promesas de las amapolas, pero gracias, Gloria.

Un beso.

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Mi querido Goliardo,

Tu entusiasmo me deja sin palabras. He estado buscando la versión original del Brindis y el nombre del compositor aparece como Roos o Ross. La he escuchado en otras versiones, pero mi preferida sigue siendo la tuya.

Un gran abrazo, Alejandro. Continuaremos dejando que los espejos nos guíen.

Isabel Mercadé dijo...

Gracias por tu visita, Antonio.
Tiene que ver con la entrada anterior, con comentarios que se refieren a su vez a otras entradas y, sobre todo, con esas sorprendentes complicidades que se crean en estos espejos virtuales. Sí, tienes razón, esa voz mágica es la de Astrud Gilberto.
Un abrazo.

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Ana,
Me alegro de veras de que encuentres algo de luz aquí.
Un beso.

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Gracias, Alodia. Lo mejor para ti, ya lo sabes.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Yo en primer lugar quiero agradecerte que me nombraras, que me eligieras, en la entrada anterior. Ya te lo he dicho en mi blog, pero no me importa repetirlo aquí, en las amapolas, que tienen mucho de luz y música, pretendiéndolo o no. Me siento una auténtica privilegiada. También de haber leído a Clarice y poder seguir cualquier cosa que escribas de ella.
Le estaba enseñando a H. (Héctor..., te escribiré un correo) tu blog, explicándole cómo llegué a Lispector, y volví a leer la entrada aquélla, de las primeras que leí, del gato y las fresas y tu lectura. Ay, qué alegría volver a leer a aquella Bel que me era totalmente ajena, leerla siendo ya tú y yo las que somos ahora.
He leído Aprendizaje o el libro de los placeres... genial, realmente genial.

Un petonet, bonica.

Isabel Mercadé dijo...

Vaya, Fusa, es para mí un honor que le des la tabarra a H. con mi blog. ¿Sabes? Hace tiempo quería preguntarte quién era el/la autor/a del hermoso poema VEINTIOCHO. Ahora ya tengo una idea bastante aproximada de quién es, pero espero tu información. Me da la impresión de que eres/sois muy felices. No te sientas obligada ni al blog ni al correo. El tiempo es limitado y estas cosas no pasan con frecuencia en la vida.
Una gran abraçada.

ZenyZero dijo...

Los espejos, asi, tan planos, no dicen nada de nosotros. A lo más, alguna verdad de esas que no sabíamos de nosotros.
Lo espejos deberían ser siempre obtusos o cóncavos; con el arrufo necesario para vernos defigurados.

No sé lo que diría tu Clarice querida sobre esto.

Un abrazo. Es un placer leerte.

Chuff!!

Isabel Mercadé dijo...

Hola Zenyzero:
I’m glad you’re back, aunque no te parezcan significantes los espejos.
Por mi parte, creo que ya es bastante cóncava nuestra mirada, por eso cuesta tanto sacarle información mínimamente veraz al espejo.
Un beso y un Chuff!!

Lentitud dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lentitud dijo...

En el apartamento donde vivo hay espejos. No los he puesto yo, estaban aquí cuando lo alquilé. En el cuarto de baño hay uno enorme. En el recibidor hay un gigantesco armario empotrado que las puertas son espejos, del techo al suelo, y delante de mi cama hay otro de pared (no pienses mal, no está para ahí para lo que a lo mejor estás pensando), de hecho dentro de poco lo quito, bueno, más bien, lo aparto para poner unas estanterías. No he conseguido convencer a la dueña del piso para que se lo lleve. Al final me he habituado a ellos. A veces paso por delante y miro de reojo al otro que se refleja, otras bromeo con él o rememoro aquella escena entre dos hermanos Marx.

Gracias por esa luna plena.

También me gustaría leer ese académico y moralizante texto sobre Lispector.

Un beso.

Olvido dijo...

Ya sabe de mi debilidad por el reflejo del otro y los espejos y por Clarice. Lo primero que he hecho después de leerte es ir a pinchar en "una tesis y yo" pero veo que no se puede...se podrá??
Un beso Bel y te deseo que esta noche la ilusión de entonces regrese.
Un besazo

Mertxe dijo...

Pues... te diré... De pequeña, una vez superado el 'estadio del espejo' (jis...) me miré con cierta frecuencia, ésa es la verdad, una iba a lo suyo, al físico puro y duro, pero en cuanto descubrí lo que puede encerrar un espejo, me dediqué al maquillaje, al peine, ya te digo que poco más.

Musu bat, bihotza.

Isabel Mercadé dijo...

¿No? ¡Qué decepción! Aunque, bien pensado, lo comprendo. Debe de ser impactante cuando uno se despierta como lo hace a veces y, sin previo aviso, verse ahí delante. Es mucho mejor tener ese tiempo de levantarse y arrastrarse hasta el cuarto de baño para ir haciéndose a la idea de lo que se puede encontrar.
Me encantaría tener uno en el recibidor. Llegar y saludarse "aquí estás; vamos a reencontrarnos" y despedirse "salgo al ruido, pero una parte de mí permanecerá aquí, íntegra".
En cuanto al texto moralizante, lo he borrado, no me gustaba. Pero ya le daré la lata con algún otro, prometido.
Gracias a ti, Lentitud.
Un gran abrazo.

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Sí, Olvido, todo esto lo compartimos. Y ¿Qué haríamos sin espejos? Como Narciso, arriesgarnos a una muerte segura.
En cuanto a lo otro, de momento no entro casi ni yo. Es un asunto que me reconcome, a mis años, tenerlo ahí, a medias, pero si algún día se abre, serás la primera en saberlo.
Sí, también para ti, esta noche y todas, un poco de ilusión.
Un beso enorme.

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Mertxe querida,

Era evidente que conocías los caminos que se esconden tras ese pedazo de cristal.

Un beso y un abrazo.

Lentitud dijo...

No he podido resistirlo y he buscado en mi biblioteca "Muerte de Narciso" de mi admirado Lezama Lima.

Es obvio, no es Lispector, pero yo caigo rendido ante Lezama y el poderoso torrente en que convierte el lenguaje.

Una pequeña muestra:

"Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla / y como la fresa respira hilando su cristal, / así el otoño en que su labio muere, así el granizo / en blando espejo destroza la mirada que le ciñe, / que le miente la pluma por los labios, laberinto y halago / le recorre junto a la fuente que humedece el sueño. / La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playa / extiende y al aislado cabello pregunta y se divierte."

He buscado en la red, por si a alguien le interesa leerlo entero:

http://www.cubaliteraria.com/autor/lezama_lima/obras_poesia_01.html

Pido disculpas por la digresión, quizá, tampoco sea tanta.

Besos.

Lentitud dijo...

Me parece que el enlace no hja salido completo:

http://www.cubaliteraria.com/autor/
lezama_lima/obras_poesia_01.html

Inuit dijo...

Inuits también sueña con los sueños de las amapolas,¿lo compartimos?
Bel, quien sabe, tiene y puede, está obligada a regalar.
Para este año nuevo Inuit demanda más miradas de Bel.(me tomo el permiso ;)..... )
Los espejos sólo reflejan materia ¿Dónde está el espíritu? ¿Quizá en la mirada del otro?

Inuits

Isabel Mercadé dijo...

Mi más sincero agradecimiento, Lentitud.
He de reconocer que desde que en mis más jóvenes años se me atragantó (por utilizar una expresión suya) Paradiso, no le había dado más oportunidades a Lezama Lima. Y ahora usted me trae esta maravilla.
Hay dos modos de intentar la caza de esa palabra que se resiste a ser dicha. Uno, apelando a la oscuridad y el silencio, el otro, envolviéndola en ese espléndido remolino de metáforas y metonimias. Aunque suela inclinarme por el primero, también puedo rendirme deslumbrada al segundo,como ahora.
Besos mil.

Isabel Mercadé dijo...

Inuit,
Bel mira a Inuit con frecuencia, aunque a veces opte por guardar silencio. E Inuit sabe muy bien que el silencio es a veces, si no la mejor, una muy elocuente respuesta.
A las otras preguntas, pequeña aurora, te has respondido tú misma y además, sabes también, que las suscribiría.
Un enorme abrazo.

Espejismos dijo...

He respondido a tu comentario, Bel, gracias... y qué mejor que un poco de luz, silencio y música (siempre a uno le piden que elija tres cosas y uno nunca sabe cuáles, pero tú has mencionado tres esenciales con un acierto increíble). La luna llena, claro, con la sombra de un lobo, ja, ja, ¿muy autorreferente? A lo mejor. Un abrazo, amiga, y yo sí apoyo la exclusividad en una dedicatoria, si no, no sería dedicatoria, ¿no? Lo demás es luz, silencio y música.

Isabel Mercadé dijo...

Gracias, Lobosluna. Aun así, espero que también nosotros, a pesar de la dichosa exclusividad, sigamos caminando juntos.
Un abrazo muy fuerte.

Anónimo dijo...

Gracias, bel. Y gracias también por tu visita y testimonio que aprecio.



Saludos y feliz 2009.

Roberto dijo...

Ese mismo cuadro de Magritte le puse hace tiempo en mi blog. ME encantan sus cuadros, me fascinan de un modo extraño...

un beso...me gustó tu rincón

Isabel Mercadé dijo...

Gracias a ti, Ángel.
Un abrazo.

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Gracias por tu visita, Roberto. Sí, Magritte alcanza aquel lugar intangible.
Un abrazo y feliz 2009.

mardelibertad dijo...

Amapola dulce amapola, que sencillez para nuestros ojos ver.Para mi, sencilla y bonita.
Un abrazo

Isabel Mercadé dijo...

Gracias por tu visita, mar (precioso nombre), y por tus palabras.
Un abrazo.