Preludio de otoño

Tarkovski - El espejo



Las amapolas volverán en octubre.

Sinceramente


Sinceramente, no creo merecerlo, por lo menos en lo que se refiere a este blog. Según la RAE, lucro significa "ganancia o provecho que se saca de algo". Y, vista la definición, no me atrevería a asegurar que la existencia de este sitio no responda a un gran ánimo de lucro.

No se trata de falsa modestia ni de excesiva severidad hacia mi persona. Es que, por puro puro egoísmo, por conservar la salud mental, intento no mentirme acerca de mis motivos (y yo ya me entiendo).

Sin embargo, ¿cómo no responder al requerimiento hecho desde esa maravillosa Ciudad sinnombre donde los que sí lo merecen habitan?

Así que recojo el testigo y nombro a mis cinco premiados, que van a ser esta vez esos editores digitales que, sin un sólo anuncio en sus páginas, luchan día a día, como héroes solitarios, por mantener elevados niveles de comunicación e información.

Tengo la osadía de premiar en primer lugar una publicación galardonada en múltiples ocasiones desde las más altas instancias de la blogosfera. Se trata de la espléndida revista literaria de la UCM, Espéculo.

A continuación, desearía de nuevo llamar la atención sobre el magnífico trabajo que, sobre cine, literatura y otros aspectos de la cultura y el arte, se lleva a cabo desde Shangri-La.

Si hablamos de poesía, no hay que olvidar el esfuerzo que por difundir la poesía contemporánea, desde todas las perspectivas posibles, está realizando Cuaderno de poesía.

No menos importante es el esfuerzo de la revista cultural El laberinto de Ariadna, junto con la tertulia literaria que, con el mismo nombre, tiene lugar puntualmente cada dos semanas en el Ateneu de Barcelona.

Por último, querría incluir aquí dos blogs personales recién descubiertos que responderían perfectamente a la definición del premio. Se trata, en un caso, del blog de Luisa Miñana y, en particular, del interesantísimo libro-blog contenido en él, La arquitectura de tus huesos.

En el segundo caso, me refiero a Noctambulario que, íntegramente dedicado a la poesía ajena, nos permite, con su magnífica selección mensual, acceder a atractivas voces poéticas que de otro modo tal vez nos hubieran pasado inadvertidas.

Con mi gratitud para todos.

El ángel del swing

Cuando este sitio apenas había cumplido un mes, me tropecé, cerca del mar, con un grupo de chicos y chicas que bailaba swing. Lo hacían por placer. Y lo hacían divinamente. Casi recién nacido, absorto como estaba descubriéndose, no quiso entonces prestar su voz a mis explicaciones. Apenas si me permitió insertar unas imágenes. Ahora, ya crecidito, ha recibido la visita de un ángel llamado Alfaro, quien, como si del enviado a Jacob se tratara, apareció una noche para recordarle las cuentas pendientes. Alfaro no venía sola, la acompañaba un querubín, de nombre Fusa. Cómo no iban a poder entre las dos con él, si al fin y al cabo es todavía un jovencito apocado. Así que, por más que yo intentara parecer amenazante, evidentemente el divino mensajero tenía de antemano la partida ganada. Le pedí, eso sí, que me bendijera antes de partir, y esto fue lo que respondió:
Aunque vivo muy lejos
llegué rápidamente
tanta necesidad tenía
de aire y soledad
y de pronto
entre la playa y el inicio del Paseo
en un recodo
que se ensancha en la arena
había un grupo bailando swing
la felicidad fue tan intensa
que bendije al ángel
que me había llevado
hasta allí.

Yo lo titularía el ángel del swing o o el ángel de la felicidad, concluyó.

Entonces, el querubín, que se había mantenido en silencio, delató la que sospecho una irreprimible tendencia al uso de la palabra, añadiendo:

Coincido con la querida Alfaro.

Y desaparecieron entre rumor de besos y batir de alas*.



Dedicada a Alfaro con mi agradecimiento, cariño y amistad. Y con el ruego de que perdone la pequeña broma. Ella, que de tan delicada, después de construir un hermoso poema con mis deslavazadas palabras, insistía en pedir excusas. Decía Oscar Wilde que cualquiera puede simpatizar con las penas de los amigos, simpatizar en cambio con sus éxitos requiere de una naturaleza delicadísima. Ser un maravilloso poeta, coger el texto de una amiga encontrado al azar, convertirlo en un poema y ofrecérselo para que lo firme como propio requiere de una naturaleza más que delicadísima. Requiere de una naturaleza angélica.

*Espero que también Bécquer, allá donde esté, me perdone la apropiación.