Todo final siempre espera un principio







Hacía meses que estaba anunciado. No es que las amapolas vayan a enmudecer, pero están sustituyendo el grito por algo balbuceante que aún no sabe qué forma va a tomar, ni siquiera si llegará a hacerlo, pero, si lo alcanzaran, si lograran decir, sería aquí o aquí.




Un último poema de Sylvia Plath y sus amapolas.


Amapolas en julio
Pequeñas amapolas, llamitas infernales,
¿es que daño no hacéis?

Se apagan y reviven. No puedo tocarlas.
En su fuego pongo las manos.  Nada se incendia.
Contemplarlas me consume
llameando así, su rojo ajado y brillante como piel
de alguna boca.

¡Una boca recién ensangrentada
pequeñas faldas sangrientas!

Hay efluvios que no puedo asir.
¿Dónde están tus opios, tus asquerosas cápsulas?

¡Si pudiera desangrarme y dormir! 
¡Si pudiera mi boca unir a una herida así!

Oh, vuestros líquidos rezuman en mí, cápsula de vidrio
apagándose y aquietándose.

Mas, sin color, sin color.  


Poppies In July 


Little poppies, little hell flames,
Do you do no harm?

You flicker. I cannot touch you. 
I put my hands among the flames. Nothing burns
And it exhausts me to watch you
Flickering like that, wrinkly and clear red, like the skin of a mouth.

Like a mouth

A mouth just bloodied.

Little bloodi skirt ! 


There are fumes I cannot touch.
Where are your opiates, your nauseous capsules?

If I could bleed, or sleep!

If my mouth could marry a hurt like that!

Or your liquors seep to me, in this glass capsule,
Dulling and stilling.

But colorless. Colorless.

27 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me quedo con sensación agridulce: por un lado, me alegra volver aquí, por otro, intuyo su final y me apena. Aunque siempre podré acudir a la tesis de Clarice Lispector o a los mechones de cabello.
El poema de Sylvia Plath es bellísimo. Me ha agradado recordarlo.
Un beso, Bel.

Isabel Mercadé dijo...

Muchas gracias por tu siempre generosa compañía, Isabel.
Un abrazo grande para ti.

mjromero dijo...

Bel,
una puerta pueda estar abierta, cerrada o entreabierta, siempre está ahí para facilitar el paso, entrar, salir o permanecer dentro.
Siempre es una vía de escape y un punto de fuga, y esto me lleva a una fuga de tempero.
Estés donde estés, habrá belleza y colorido de amapolas.
Un abrazo grande.

Isabel dijo...

Yo siempre buscaré tu palabra bella, delicada y a la vez profunda, allá donde prefieras posarla.

Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Muchas gracias, Mª Jesús. Las amapolas aquí terminan, pero las visitas de Isabel Mercadé a tu ciudad continuarán mientras la tengas abierta.
Otro abrazo enorme para ti.

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Querida Isabel, mi segunda tocaya, mil gracias también a ti. Por cierto, que hace mucho que no visito tu costurero. Ahora mismo voy.

Más abrazos.

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silvia zappia dijo...

usaré las amapolas como puertas


beso*

giovanni dijo...

Se lo puede ver también de otra manera: esta última entrada se agrega a un libro recién publicado, "Amapolas en octubre", que se puede guardar en la librería y releer sus páginas favoritas. Después habrá otros libro, con nuevas páginas.

Un abrazo grande

Isabel Mercadé dijo...

Querida Silvia: Como tus poemas, qué bonita y clara y concisa tu frase.
Siempre te esperarán.
Un beso.

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Giovanni: Ojalá, mi querido lector de lo importante/cotidiano, ojalá.

Un abrazo enorme para ti.

Belnu dijo...

El poema es precioso. Espero que tu escritura continúe, aquí o allá o en los libros que vendrán!

Isabel Mercadé dijo...

Gracias por esos buenos deseos, Isabel, y lo mismo para ti.

Conde de Galzerán dijo...

Aunque ya no sea “compañero de viaje” te seguiré por las sendas a otros lares. Me entristece mucho que los ababoles ya no vuelvan a encenderse en octubre.
Una abraçada. Bel

Isabel Mercadé dijo...

Mi Conde:
Eso ha sido un accidente incomprensible que ya he resuelto. Siempre será compañero, espero (yo por mi parte, le perseguiré sin descanso).
En cuanto a los ababoles, gracias por su promesa de seguirme a aquellos otros dos lugares. Espero que ahí sí se encienda algo.
Una abraçada per tu.

Lentitud dijo...

Vaya, una pena. Pasar por aquí, aunque no dejara huella de mi presencia, era un placer.

Desde el limbo donde suenan los gramófonos, deseo lo mejor a las amapolas.

Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Querido Lentitud:
Muchas gracias por la visita y las consideraciones. Aún recuerdo el sonido de los gramófonos. Las amapolas comparten para ellos esos buenos deseos.
Un abrazo.

Diana H. dijo...

Hola Bel, las amapolas han asomado otra vez en lo alto de mi lista de blogs y parecen despertarse para una despedida.
Siempre me deja un sabor amargo el cierre de un blog. No debería: a veces tomamos nuevas formas en esta búsqueda constante de nosotros mismos. Aunque razonarlo no me quita la penita.
Mis mejores deseos para vos. Me quedo con el título del post.
Te dejo mi abrazo fuerte.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Diana:
Nuestros intercambios quizá no han sido frecuentes, pero siempre he tenido la sensación de que había algo que nos hacía entendernos más allá de las palabras. Ahora esta despedida me lo confirma. Yo, desde luego, no dejaré de visitar ese lugar adonde se nos espera al alba.
Mis mejores deseos también para ti con un abrazo enorme.

Mertxe dijo...

Yo... ¿qué te puedo decir? Lo que ya sabes repetírtelo. Que sentiré que esta página calle. Que te echo de menos en la mía. Como echo de menos otras presencias antes tan habituales y que tanto bien me hicieron cuando perdí a mi aita. Pero he entendido, tal vez erróneamente (siempre me paso con esto de la prudencia...), que todos empezábamos a fatigarnos de ir y venir por los blogs, y entonces dejé pasar el tiempo. Venía de vez en cuando, bueno, te leía en mi blog porque te tengo en esa aplicación del seguimiento, y así nunca hemos dejado de estar cerca. Si te vas, Bel, si te vas por poco o por mucho tiempo, ten la seguridad de que Mertxe no va a olvidarte. Un abrazo, amiguita mía.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Mertxe:
En mi caso, son muchas más cosas, pero la principal es ésta, el conflicto con la escritura. De todos modos, dejo los otros dos abiertos, a la espera de que se resuelva (o no).
Muchas gracias y un gran abrazo.

Antonio Martín Bardán dijo...

Pues yo haré como Silvia: usaré las amapolas como puertas a esos otros lugares. Lo importante es seguir leyéndote.

Un abrazo, Bel.

Isabel Mercadé dijo...

Gracias, Antonio. Y yo hace demasiado tiempo que no me paseo por tu nocturno cuaderno. Ahora mismo voy para allá.
Un abrazo.

Roberto dijo...

impresionante poema...no lo conocía...

ufff.., me hizo sentir...

Isabel Mercadé dijo...

Me alegro, Alberto. Sentir... a veces no es tan fácil.
Abrazos.

virgi dijo...

Me alegro de ver florecer tus amapolas.
Una pena que de las de Sylvia Plath volaran tristemente sus pétalos.
Besitos, Bel.

Isabel Mercadé dijo...

Me temo Virgi que es lo contrario, por lo menos eso es lo que quería decir.
Un abrazo.

Hoteles económicos en Melgar dijo...

Maravillosas tus palabras, letras exquisitas de leer.

Blanca Andreu dijo...

No son infernales. De eso nada. No estoy de acuerdo, Sylvia Plath. De ninguna manera.

"boca de la primavera azul"decía J.R.J. poeta con el que no comulgo. Pero en esto sí.

Bocas de la primavera en octubre, en este blog.

¡Que no desaparezca, aunque tengamos el bellísimo libro!

Isabel Mercadé dijo...

Muchísimas gracias, Blanca. Me alegra que lo hayas recibido y me alegran mucho tus generosas palabras. Un abrazo!!