Deseo 2


"Pues justamente a mí, tan llena de garras y sueños, me había tocado arrancar de su corazón la flecha puntiaguda. De golpe se explicaba para qué había nacido yo con mano dura, y para qué había nacido sin asco del dolor. ¿Para qué te sirven esas uñas largas? Para arañarte mortalmente y para arrancar tus espinas mortales, responde el lobo del hombre. ¿Para qué te sirve esa cruel boca de hambre? Para morderte y para soplar a fin de que yo no te lastime demasiado, mi amor, ya que tengo que lastimarte, yo soy el lobo inevitable, pues me fue dada la vida. ¿Para qué te sirven esas manos que arden y aprisionan? Para quedarnos de manos juntas, pues necesito tanto, tanto, tanto, aullaron los lobos, y miraron intimidados las propias garras antes de acurrucarse uno con el otro para amar y dormir.
... Y fue así como en el gran parque del colegio, lentamente comencé a aprender a ser amada, soportando el sacrificio de no merecer, tan sólo para suavizar el dolor de quien no ama. No, ése fue solamente uno de los motivos. Es que los otros pertenecen a otras historias. En algunas de ellas fue de mi corazón de donde otras garras, llenas de duro amor, arrancaron la flecha puntiaguda, sin asco de mi grito."
De Los desastres de Sofía, Clarice Lispector
Traducción Juan García Gayó






21 comentarios:

Goliardo dijo...

Bel, insisto con que eres maestra en crear climas, en conjugar imágenes, palabras y melodía. El texto es bellísimo (me dan ganas de seguir leyendo), la canción transmite una tristeza suave, y el rostro de la mujer es más armónico que el de la muchacha de mi último post, jajaja.
De verdad, gracias por regalarnos siempre momentos de serenidad en medio de tanto ruido que atonta.

gloria dijo...

Gracias por este regalo Bel... no puedo decir nada salvo que arrancas la bella al tiempo como nadie.
Un abrazo.

mjromero dijo...

Ella sí que sabía, lo dice muy claro, solo es una parte, la de las garras y las uñas, la de la intimidación y el tiempo de tanto, tanto..., y aunque no estuviera de acuerdo tendría que aplaudir por la belleza de las palabras.
Un beso.

Clarice Baricco dijo...

LLegador. Silencio total ante ella.

La canción me gustó mucho. ¿Quién canta?

Abrazos linda.



Graciela

Isabel Mercadé dijo...

Goliardo:
La foto es de la autora, la brasileña Clarice Lispector, cuando tenía 23 años y publicó su primer libro.
No sabes cuánto me alegran tus consideraciones sobre el texto. Para mí es una de las grandes del S. XX y he hecho de su difusión (me parece una lástima que se la conozca todavía poco) casi una cuestión personal.
Un gran abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Gloria:
En este caso, más que arrancar, he copiado, es ella quién la hace. Pero muchísimas gracias. Como le digo a Goliardo, es un poco triste que su obra no sea más conocida.
Un beso.

Isabel Mercadé dijo...

Alfaro:
Es exactamente eso. Has dado de lleno en el punto movedizo y convulso de las entrañas desde las que ella quería saber. Y el título del cuento "Los desastres de Sofía" alude a eso, precisamente, a ese otro saber. No creo que hable de intimidación exactamente, o tal vez sí, de esa intimidación ante la inesperada manifestación de ese otro saber o de esas entrañas iluminados.
Mil abrazos.

Isabel Mercadé dijo...

Clarice:
Sí, a veces es la única posible respuesta.

Se trata de Mariza, una cantante mozambiqueña. Se la puede encontrar en Youtube. Interpreta el fado -"Estranha forma de vida"- buscando, igual que C. Lispector (como le decía a Alfaro), con los otros cerrados, ese otro saber...El que he dejado aquí "Desejos vaos (deseos vanos)" está compuesto a partir de un poema de la poeta portuguesa Florbela Espanca.
Cariñosísimos abrazos para ti.

Isabel Mercadé dijo...

Con los ojos cerrados, quería decir.
Aunque tampoco está mal el lapsus. Con los otros (saberes) cerrados.

Inuit dijo...

Es un texto bellísimo. No sé de qué habla y no quiero saberlo, pero hay corazón, garras, flechas y seguramente dolor, rescates y recatados......
Gracias.
Inuits

Anónimo dijo...

Me encanto. Me dejo pensando en el aso de la vida. ( A veces, pocas...)

Un abrazo.

Felipe Sérvulo dijo...

Nos entregas a Clarice Lispector con cuentagotas. Espero que pronto disfrutemos de tu compañía en el Ateneo.
Un fuerte abrazo.

alba dijo...

Bel, decirte que primero me ha hecho recordar al lobo estepario de Hesse, ese "lobo del hombre", "el lobo inevitable" (por cierto, ¿no vue revelador este libro para Clarice?), y que luego he volado a mi infancia con el lobo de Caperucita... ay, no sé si es una tontería. Más tarde, ni uno ni otro, o con un poco de los dos, he llegado al tercer lobo: el que nace de su mano, de su garra de escritora, de su corazón con flechas, de su dolor sin asco.

Oye, y ahora que veo esa foto, ¿los rasgos de Clarice no fueron haciéndose más duros, más rectos con el paso del tiempo? O eso o que recuerdo mal otras fotografías.

Qué bien que la traigas por aquí de vez en cuando. Sabes que siempre es un placer.

Dulces besitos.

Lentitud dijo...

Siempre que veo esa foto de Lispector, recuerdo alguna otra de cuando era joven Duras, y las relaciono. Me llevan a pensar en el cambio que sufrieron sus rostros que va más allá del inevitable paso del tiempo. En el de la Duras son "evidententes" las huellas de la autodestrucción hasta llegar a esa foto que una vez Giovanni publicó en su blog donde está ella junto a Dionys Mascolo y su hijo Jean: imagen estremecedora y al mismo tiempo de una gran ternura e indefensión. El cambio de Lispector es distinto. Como dice (* sus rasgos se vuelven duros, también ásperos. Para mí el proceso de transformación de esta mujer es como un enigma pétreo sin fisuras. El rostro de Duras se "reblandece", se torna cálido, a pesar de esas huellas. El de Lispector se endurece, se vulve inaccesible. En alguna ocasión me ha recordado el de Fleur Jaeggy, aunque ésta no tenga nada que ver con ella. Por lo menos en las formas de la escritura.

A mí el texto me ha hecho pensar el "La hora del lobo". No tengo ni la más remota idea de por qué.

Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Inuit:
Pues para no saberlo, parece que lo has sabido muy bien. Dos palabras te han bastado, sí, rescates y rescatados -que no recatados:), de eso precisamente no padecía la autora-.
Gràcies a tu. I per què sempre m'enrecordo de certes cançons quan et recordo "rosó, llum de la meva vida"?
Petons.

Isabel Mercadé dijo...

Oceánida:
Me alegra verte por aquí, ya de vuelta de los mundos ocres (sin asco).
Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Felipe:
¿Y qué efecto te causan estas dosis?
Besos

Isabel Mercadé dijo...

¡Ay, (*! Pues sí, eso es lo que dice algún académico y sesudo análisis de la obra de Clarice, así que confío en que no se trate de ninguna tontería. Bromas aparte, qué certeras reflexiones, en particular me ha parecido además hermosa la tercera y su tercer lobo.
Sobre el cambio físico de Clarice, te comento abajo, con Lentitud.
Más besos.

Isabel Mercadé dijo...

Lentitud:

Me han dado mucho que pensar las reflexiones acerca del cambio físico de la Lispector y de la Duras que, a partir del comentario de (*, has dejado aquí. He recordado afirmaciones de ambas que tal vez podrían iluminar ese proceso.
C. Lispector decía que le importaba mucho más ser admirada por su belleza que por su escritura. M. Duras dijo que le importaba mucho más ser deseable que ser escritora.
Podríamos elucubrar que del esfuerzo por mantener sus rasgos intactos (que no sería sólo sicológico, sino también el debido a los tratamientos estéticos que existían en la época y a los que, es sabido, C. Lispector recurría con frecuencia, además de tener su propia maquilladora profesional y qué sé yo más) y su altivez a pesar de ciertos hechos muy dolorosos de su biografía, habría resultado esa especie de "enigma pétreo".
En cuanto a M. Durás, dado que la dificultad en mantener la ficción de la perviviencia de lo que le importaba era, por razones obvias (¿de dónde sacar una maquilladora del deseo del otro?), mucho más difícil que en el caso de Clarice, decidió rendirse a la evidencia lanzándose a los brazos de todos sabemos qué, con el resultado de ese rostro vulnerable y tierno.
Ni que decir tiene, que la reacción de ambas las hace para mí no sólo admirables por su talento, sino amables (en el sentido de hacerse amar) por su fidelidad a su condición humana. Me inspiran cariño.

Respecto a la película, la vi de muy jovencita y me ha quedado ese recuerdo vago y fascinante de lo que se entiende aun no entendiéndolo del todo, como un sueño. En cuanto pueda iré a la videoteca donde se encuentra casi todo. A ver qué siento ahora, después de tanto tiempo.

Abrazos y besos.

Mertxe dijo...

Vaya fragmento, Bel... Me ha dejado con el café a medio camino, y ahora está frío y estupendo, pero ya no me va a saber lo mismo.

Voy p'arriba...

Isabel Mercadé dijo...

Mertxe:
Es todo un placer que vengas aquí de mañanita a tomarte el café. Sí, es verdad, se necesitan unas horas de vigilia. Recién despierto, Clarice abraza como una loba...
Un beso de mañana de sábado.