Ah, me gustaría contestarte con una escena de otro libro mío, donde se habla de patatas, pero aún no está acabado, y yo estoy agotada aunque con esperanzas como plantas silvestres, me meto en una bañera, je t'expliquerai un jour...
Sabes qué palabra me ha salido abajo? te lo juro: gripec! ¿has sido tú?
Me atrae la extraña simbiosis que emana de la serena contemplación de la foto con la música de Arvo Part. Me ha recordado el plano final de una película del ruso Andrey Zvyagintsev en el que unas campesinas, mientras trabajan, entonan una canción tradicional. Un regreso a la tierra. Antes, el filme está punteado con la música de Part. Disculpas por perderme por los cerros de Úbeda.
Querida Bel, me tomo un recreo, te visito y rompo mi voto de silencio, justamente en este espacio único, donde el tiempo se detiene por un rato, donde reina el silencio apenas quebrado por notas tenues, donde los colores apagados se encienden levemente, donde las palabras estallan hacia adentro. Nada es tan sugerente como pasar a visitarte. Algo pasa con tus palabras clave, la mía es "creemo", así sin "s" ¿Crear?¿Creer? ¿Creemos ahora, o creamos mañana? Todo sugiere, y el enigma nos deja siempre pensando. Hay magia en el silencio, sigue habiendo belleza en lo obvio. Un abrazo.
Me quedo rato viendo tu foto, escucho la música. Y podría parecerme que con esa muestra de verduras, saldrían muchos guisados para cada día de la semana. Pero no, la música me lleva al extremo y me hace pensar que dentro de la blancura de los ajos (hay paz), dentro del beige de las papas (hay levedad), pero resalta el rojo o el púrpura de lo desconocido (una vida espera). Quizá sea medianoche y yo deba de callarme.
'el rojo o el púrpura de lo desconocido'(Clarice B.)? Une cebolla blanca tiene, como una cebolla normal, capas de vida, las externas y las más internas.
Querría decir: una cebolla roja (en vez de blanca). Me gustan la paz del ajo, la levedad de la papa y la esperanza de la cebolla roja.
Se puede hacer una comida rica de estos tres ingredientes, más un poco de leche, mantquilla, sal, pimiento y... Y eso no tiene nada poetico, Bel, o sí lo tiene?
Los colores de lo obvio siempre son diferentes, ¿no crees? Gracias por tu visita. Un saludo de bienvenida.
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Belnu:
Espero leerlo, algún día. Entre tanto, cuídate mucho y sí, cuéntame, esas esperanzas, pero ya sabes que para que se cumplan hay que desvelarlas en su momento, nunca antes.
Abrazos, con mis mejores deseos, como siempre.
P.S. Bueno, si es la c, ça va.
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Querido Fernando:
Maravillosa simplicidad. En realidad, cuando hice la foto, hace un tiempo, quería llamarla "el lugar donde reposa mi mirada". Mirarla, esa materia, y alcanzar casi el nirvana.
No he visto esa película, Lentitud, bueno, hay tántas que no he visto... no creo que yo pudiera regresar a la tierra, porque nunca he estado en ella, soy de ciudad, sin embargo siempre he sentido esa gran nostalgia. De pequeña, me daban una envidia enorme las niñas que tenían "pueblo". Yo no lo tenía... y, creo que ya lo he contado un montón de veces en otros blogs, hubo un tiempo en que sólo me consolaba meter las manos en la tierra. Tendré que buscarla, la película. Úbeda, Jaén, creo que son unos cerros estupendos... yo sólo conozco Baeza, precioso.
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Alejandro:
No te esperaba, te imaginaba completamente concentrado. Qué bien que te haya servido de respiro y hasta de inspiración. Sin s es como lo pronuncias tú ¿verdad? Los dos, por supuesto, creer, crear ¿recuerdas dar fé?
Un abrazo.
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¡Oh, Graciela! No sé qué decir, todavía impresionada, relacionando esos colores contigo... también hay cebollas blancas deliciosas...
Giovanni: Me encanta que te haya inspirado la interpretación de Graciela y me encantan tus sugerencias culinarias. Me encantan las patatas, las cebollas, de cualquier color, y los ajos. Me encanta la comida, me encanta comer, me encanta ver comer, antes me encantaba cocinar ( por qué ahora ya no, es otra hitoria) y claro, como dice Lentitud, es una de las cosas más poéticas del mundo. Recuerdo una película japonesa que vi por casualidad y de la que no retuve el nombre, ni el director, ni nada y no he conseguido localizarla. Eran varias historias que giraban alrededor de la comida. Una pareja mafiosa, amantes, y su relación con el sexo y la comida, otra que no recuerdo bien, pero sobre todo la tercera, se desarrollaba toda prácticamente en silencio, una madre agonizante que se levanta en un último esfuerzo para preparar la cena a su familia, un padre aparentemente hosco, que no habla, que apenas tiene gestos cariñosos, y cuando la madre termina más o menos de prepararla y se acuesta de nuevo, y los niños no quieren comer porque están tristes y asustados, el padre habla, creo que por primera vez, sólo para decir: "comed la comida que vuestra madre os ha preparado", mientras él empieza a comer con rabia y dolor, un profundo tributo de amor y respeto, y los niños lo entienden, y comen y todos entendemos... Un beso para ti.
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Dante:
Disculpa. Era tan mínimo el comentario que casi se me pasa. Pues sí, ya ves.
Abandonamos lo obvio por los laberintos. Entramos en los laberintos y nos perdemos inexcusablemente. Perdidos, buscamos la luz. Y la luz se desprende de lo obvio.
En la gastroficción es una experta Lena Yau, lástima que el blog Mil orillas ahora ande algo ausente. (¡Yo odio la cebolla! Me acuerdo de cuando mi abuela dejaba la comida hecha y al día siguiente yo llegaba del colegio y comía con mi abuelo, que se había jubilado antes de tiempo. A los macarrones mismos les ponía más cebolla que tomate, por ejemplo. Iaia, que no me gusta, si ya lo sabes. Y mi abuelo me decía al día siguiente: la iaia dice que no le puso cebolla. Tantas veces se repitió el asunto que tomé por costumbre apartarla y dejársela en un montoncito, para que la viera cuando llegara. Lo mío con la cebolla es... Y mi abuela, claro, ha sido cocinera toda la vida. Ya ves.) Un abrazo.
ese lugar u ordenamiento, casi acogedor, entre patatas y ajos, rosas las cebollas lindas. A veces lo obvio es sólo ese lugar que ocupamos, tranquilamente...
Yo tenía una cesta que llenaba con frutas, hortalizas, tubérculos de mi huerta. Tan cotidiano, tan evidente como el sol que se levantaba todos los días sin que tuviera ni siquiera que pensarlo. Causa-efecto, efecto-causa. Obviedad que mata la curiosidad, afán de dominio de una realidad tan inaprensible como los suspiros que desatan tus tubérculos. Un beso
Ahora me he acordado yo de cuando, tú primera y sumándonos muchos después, le hicimos ese bello homenaje a Blanca Varela, escogiendo cada uno un poema suyo. Yo escogí su "Canto villano". Ahora lo recuerdo:
"rubens cebollas lágrimas más rubens más cebollas más lágrimas"
Recuerdo lo mucho que me impactaron esas tres imágenes juntas y su final, que dice:
"no hay otro aquí en este plato vacío sino yo devorando mis ojos y los tuyos"
Todo esto me ha venido a la memoria, ahora, gracias a tu imagen.
Sí, objeto a, ese lugar que ocupamos, a veces de manera tan excesivamente tranquila, olvidamos la atención, lo perdemos, algo así como eso que se llama felicidad, si existiera, de pronto nos damos cuenta, una vez, allí, sí, fui feliz. Un abrazo.
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Oceánida:
Y los del mar, por supuesto. Un beso.
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Querido Zenyzero:
Pues me has dejado algo así como muda... muchas, muchas gracias y, tú no lo sabes, pero una vez escribí eso precisamente, a propósito de una escritora, mirar como lo hace Dios, uno de mis secretos deseos, de esos que casi una siente que es demasiada osadía siquiera pensarlos. Abrazo inmenso.
Ana P.: Es cierto, inaprensible, pero qué tentación, cómo no intentarlo. Imagino la hermosura de tu cesta, tan difícil sólo mirar sin alargar la mano... Un beso.
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Y yo me quedé impactada, querida (*, con aquel otro poema que me regalaste de Claribel Alegría, terrible y hermoso como el de Blanca Varela, sobre cucharas y bocas y soledades. Imágenes de bocas que paladean, comen, devoran o se quedan vacías, apenas esbozando un grito. Deberíamos hablar... Un gran abrazo.
Gracias a ti, Stalker. Ayer, Gregorio Luri dejó en su café una hermosa frase: "Cuando el silencio se nombra, se rompe." Es tna difícil no hacerlo. Estamos condenados a ser ese animal parlante. Un abrazo.
29 comentarios:
Y necesario.
Y si los colores son diferentes, mejor.
Besos.
Ah, me gustaría contestarte con una escena de otro libro mío, donde se habla de patatas, pero aún no está acabado, y yo estoy agotada aunque con esperanzas como plantas silvestres, me meto en una bañera, je t'expliquerai un jour...
Sabes qué palabra me ha salido abajo? te lo juro: gripec! ¿has sido tú?
la materia disfrazada de simplicidad...
bs
Me atrae la extraña simbiosis que emana de la serena contemplación de la foto con la música de Arvo Part. Me ha recordado el plano final de una película del ruso Andrey Zvyagintsev en el que unas campesinas, mientras trabajan, entonan una canción tradicional. Un regreso a la tierra. Antes, el filme está punteado con la música de Part. Disculpas por perderme por los cerros de Úbeda.
Querida Bel, me tomo un recreo, te visito y rompo mi voto de silencio, justamente en este espacio único, donde el tiempo se detiene por un rato, donde reina el silencio apenas quebrado por notas tenues, donde los colores apagados se encienden levemente, donde las palabras estallan hacia adentro. Nada es tan sugerente como pasar a visitarte.
Algo pasa con tus palabras clave, la mía es "creemo", así sin "s" ¿Crear?¿Creer? ¿Creemos ahora, o creamos mañana? Todo sugiere, y el enigma nos deja siempre pensando. Hay magia en el silencio, sigue habiendo belleza en lo obvio.
Un abrazo.
cebollas?
Me quedo rato viendo tu foto, escucho la música. Y podría parecerme que con esa muestra de verduras, saldrían muchos guisados para cada día de la semana. Pero no, la música me lleva al extremo y me hace pensar que dentro de la blancura de los ajos (hay paz), dentro del beige de las papas (hay levedad), pero resalta el rojo o el púrpura de lo desconocido (una vida espera).
Quizá sea medianoche y yo deba de callarme.
Abrazos.
'el rojo o el púrpura de lo desconocido'(Clarice B.)? Une cebolla blanca tiene, como una cebolla normal, capas de vida, las externas y las más internas.
Todo muy sano: la papa, la cebolla y el ajo.
Besos
Querría decir: una cebolla roja (en vez de blanca). Me gustan la paz del ajo, la levedad de la papa y la esperanza de la cebolla roja.
Se puede hacer una comida rica de estos tres ingredientes, más un poco de leche, mantquilla, sal, pimiento y... Y eso no tiene nada poetico, Bel, o sí lo tiene?
Con tu permiso Bel: Giovanni,es pura poesía.
Lo que nos da la tierra, lo que nos da el hombre.Ambas cosas, verduras y música, nos alimentan.
Es obvia la belleza?
Mil besos!*
Luisa:
Los colores de lo obvio siempre son diferentes, ¿no crees?
Gracias por tu visita.
Un saludo de bienvenida.
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Belnu:
Espero leerlo, algún día. Entre tanto, cuídate mucho y sí, cuéntame, esas esperanzas, pero ya sabes que para que se cumplan hay que desvelarlas en su momento, nunca antes.
Abrazos, con mis mejores deseos, como siempre.
P.S. Bueno, si es la c, ça va.
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Querido Fernando:
Maravillosa simplicidad. En realidad, cuando hice la foto, hace un tiempo, quería llamarla "el lugar donde reposa mi mirada". Mirarla, esa materia, y alcanzar casi el nirvana.
Un beso.
No he visto esa película, Lentitud, bueno, hay tántas que no he visto... no creo que yo pudiera regresar a la tierra, porque nunca he estado en ella, soy de ciudad, sin embargo siempre he sentido esa gran nostalgia. De pequeña, me daban una envidia enorme las niñas que tenían "pueblo". Yo no lo tenía... y, creo que ya lo he contado un montón de veces en otros blogs, hubo un tiempo en que sólo me consolaba meter las manos en la tierra.
Tendré que buscarla, la película.
Úbeda, Jaén, creo que son unos cerros estupendos... yo sólo conozco Baeza, precioso.
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Alejandro:
No te esperaba, te imaginaba completamente concentrado. Qué bien que te haya servido de respiro y hasta de inspiración. Sin s es como lo pronuncias tú ¿verdad? Los dos, por supuesto, creer, crear ¿recuerdas dar fé?
Un abrazo.
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¡Oh, Graciela! No sé qué decir, todavía impresionada, relacionando esos colores contigo... también hay cebollas blancas deliciosas...
Un beso enorme.
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Giovanni:
Me encanta que te haya inspirado la interpretación de Graciela y me encantan tus sugerencias culinarias.
Me encantan las patatas, las cebollas, de cualquier color, y los ajos.
Me encanta la comida, me encanta comer, me encanta ver comer, antes me encantaba cocinar ( por qué ahora ya no, es otra hitoria) y claro, como dice Lentitud, es una de las cosas más poéticas del mundo.
Recuerdo una película japonesa que vi por casualidad y de la que no retuve el nombre, ni el director, ni nada y no he conseguido localizarla. Eran varias historias que giraban alrededor de la comida. Una pareja mafiosa, amantes, y su relación con el sexo y la comida, otra que no recuerdo bien, pero sobre todo la tercera, se desarrollaba toda prácticamente en silencio, una madre agonizante que se levanta en un último esfuerzo para preparar la cena a su familia, un padre aparentemente hosco, que no habla, que apenas tiene gestos cariñosos, y cuando la madre termina más o menos de prepararla y se acuesta de nuevo, y los niños no quieren comer porque están tristes y asustados, el padre habla, creo que por primera vez, sólo para decir: "comed la comida que vuestra madre os ha preparado", mientras él empieza a comer con rabia y dolor, un profundo tributo de amor y respeto, y los niños lo entienden, y comen y todos entendemos...
Un beso para ti.
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Dante:
Disculpa. Era tan mínimo el comentario que casi se me pasa.
Pues sí, ya ves.
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Oh, sí, Rayuela y nutritiva, pero ¿sabemos verla?
Un besazo.
Abandonamos lo obvio por los laberintos.
Entramos en los laberintos y nos perdemos inexcusablemente.
Perdidos, buscamos la luz.
Y la luz se desprende de lo obvio.
(y la serenidad ilumina tu blog)
Besos, Bel
En la gastroficción es una experta Lena Yau, lástima que el blog Mil orillas ahora ande algo ausente.
(¡Yo odio la cebolla! Me acuerdo de cuando mi abuela dejaba la comida hecha y al día siguiente yo llegaba del colegio y comía con mi abuelo, que se había jubilado antes de tiempo. A los macarrones mismos les ponía más cebolla que tomate, por ejemplo. Iaia, que no me gusta, si ya lo sabes. Y mi abuelo me decía al día siguiente: la iaia dice que no le puso cebolla. Tantas veces se repitió el asunto que tomé por costumbre apartarla y dejársela en un montoncito, para que la viera cuando llegara. Lo mío con la cebolla es...
Y mi abuela, claro, ha sido cocinera toda la vida. Ya ves.)
Un abrazo.
Muchas gracias, Virgi, y qué hermoso regalo me has dejado de nuevo, y qué certero.
Un beso para ti.
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Querida Fusa:
Disculpa si alguno de mis comentarios te ha podido confundir, pero el caso es que la entrada no va en absoluto de gastroficción, para nada.
(Lástima que no te guste. Es la reina de la cocina, dicen nuestros grandes maestros...)
Un abrazo.
ese lugar u ordenamiento, casi acogedor, entre patatas y ajos, rosas las cebollas lindas.
A veces lo obvio es sólo ese lugar que ocupamos, tranquilamente...
La Gracia de los colores.
Un abrazo.
A las dos las parió la tierra y sin embargo una viene desnuda y la otra vestida.
Es obvio que el frío placer culinario del dios que las cultivó las iguala.
Tu foto: sinceramente, has sabido captar la esencia del parto, o de la vida, y de la obviedad de la mirada de un dios.
Eres genial! Por muchas cosas que nos cuentas y por tus imágenes con vida, como esta foto. Gracias.
Un abrazo!
Chuff!!
Yo tenía una cesta que llenaba con frutas, hortalizas, tubérculos de mi huerta. Tan cotidiano, tan evidente como el sol que se levantaba todos los días sin que tuviera ni siquiera que pensarlo. Causa-efecto, efecto-causa. Obviedad que mata la curiosidad, afán de dominio de una realidad tan inaprensible como los suspiros que desatan tus tubérculos. Un beso
Ahora me he acordado yo de cuando, tú primera y sumándonos muchos después, le hicimos ese bello homenaje a Blanca Varela, escogiendo cada uno un poema suyo. Yo escogí su "Canto villano". Ahora lo recuerdo:
"rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas"
Recuerdo lo mucho que me impactaron esas tres imágenes juntas y su final, que dice:
"no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos"
Todo esto me ha venido a la memoria, ahora, gracias a tu imagen.
Un dulce beso.
Sí, objeto a, ese lugar que ocupamos, a veces de manera tan excesivamente tranquila, olvidamos la atención, lo perdemos, algo así como eso que se llama felicidad, si existiera, de pronto nos damos cuenta, una vez, allí, sí, fui feliz.
Un abrazo.
---------------------------------
Oceánida:
Y los del mar, por supuesto.
Un beso.
---------------------------------
Querido Zenyzero:
Pues me has dejado algo así como muda... muchas, muchas gracias
y, tú no lo sabes, pero una vez escribí eso precisamente, a propósito de una escritora, mirar como lo hace Dios, uno de mis secretos deseos, de esos que casi una siente que es demasiada osadía siquiera pensarlos.
Abrazo inmenso.
Ana P.:
Es cierto, inaprensible, pero qué tentación, cómo no intentarlo. Imagino la hermosura de tu cesta, tan difícil sólo mirar sin alargar la mano...
Un beso.
----------------------------------
Y yo me quedé impactada, querida (*, con aquel otro poema que me regalaste de Claribel Alegría, terrible y hermoso como el de Blanca Varela, sobre cucharas y bocas y soledades.
Imágenes de bocas que paladean, comen, devoran o se quedan vacías, apenas esbozando un grito. Deberíamos hablar...
Un gran abrazo.
El suave acogimiento, calor y serenidad, paz y armonía en la naturaleza que nos nutre...
Una hermosa imagen que suscita mil pensamientos. Besos.
Sé muy bienvenido, Miguel Ángel, y gracias por tus cálidas palabras. Había leído ya algún hermoso comentario tuyo en el blog de Marisa.
Un abrazo.
No se puede decir más con menos. Silencio agradecido...
Gracias a ti, Stalker. Ayer, Gregorio Luri dejó en su café una hermosa frase:
"Cuando el silencio se nombra, se rompe."
Es tna difícil no hacerlo. Estamos condenados a ser ese animal parlante.
Un abrazo.
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