El muerto en el mar de Urca

No es su mejor cuento, ni siquiera uno de ellos. Lo he elegido al azar. Como dicen que los puritanos abrían la biblia. Para recibir la palabra. O como quien toma una ensalada, compartida si es posible, y ligera, mientras espera el plato fuerte. Fue Woody Allen quien apostilló que Tolstoy era un menú completo, con aperitivo, primero, segundo y postre, mientras que Dostoievsky ya constituiría uno de esos fastuosos banquetes que no siempre el estómago se puede permitir. Algo así ocurre con Clarice (por cierto, acabo de enterarme, según el New York Times, la Kafka de la literatura latinoamericana) así que de entrante he elegido una sopa fría, no tan inofensiva como parece, pero bastante más llevadera que el resto del menú. Para abrir boca.

El muerto en el mar de Urca

Yo estaba en el apartamento de doña Lourdes, costurera, probándome el vestido pintado por Olly, y doña Lourdes dijo: murió un hombre en el mar, mire a los bomberos. Miré y sólo vi el mar que debía estar muy salado, mar azul, casas blancas. ¿Y el muerto?

El muerto en salmuera. ¡No quiero morir!, grité, muda dentro de mi vestido. El vestido es amarillo y azul. ¿Y yo? Muerta de calor, no muerta en el mar azul.

Voy a decir un secreto: mi vestido es lindo y no quiero morir. El viernes el vestido estará en casa, el sábado me lo pondré. Sin muerte, sólo mar azul. ¿Existen las nubes amarillas? Existen doradas. Yo no tengo historia. ¿El muerto la tiene? Tiene: fue a tomar un baño de mar a Urca, el bobo, y murió; ¿quién lo mandó? Yo tomo baños de mar con cuidado, no soy tonta, y sólo voy a Urca para probarme el vestido. Y tres blusas. Ella es minuciosa en la prueba. ¿Y el muerto? ¿Minuciosamente muerto?

Voy a contar una historia: era una vez un joven a quien le gustaban los baños de mar. Por eso, fue una mañana de jueves a Urca. En Urca, en las piedras de Urca, está lleno de ratones, por eso yo no voy. Pero el joven no les prestaba atención a los ratones. Ni los ratones le prestaban atención a él. Y había una mujer probándose un vestido y que llegó demasiado tarde: el joven ya estaba muerto. Salado. ¿Había pirañas en el mar? Hice como que no entendía. No entiendo la muerte. ¿Un joven muerto?

Muerto por bobo que era. Sólo se debe ir a Urca para probarse un vestido alegre. La mujer, que soy yo, sólo quiere alegría. Pero yo me inclino frente a la muerte. Que vendrá, vendrá, vendrá. ¿Cuándo? Ahí está, puede venir en cualquier momento. Pero yo, que estaba probándome un vestido al calor de la mañana, pedí una prueba a Dios. Y sentí una cosa intensísima, un perfume intenso a rosas. Entonces, tuve la prueba. Dos pruebas: de Dios y del vestido.

Sólo se debe morir de muerte natural, nunca por accidente, nunca por ahogo en el mar. Yo pido protección para los míos, que son muchos. Y la protección, estoy segura, vendrá.

Pero, ¿y el joven? ¿Y su historia? Es posible que fuera estudiante. Nunca lo sabré. Me quedé solamente mirando el mar y el caserío. Doña Lourdes, imperturbable, preguntándome si ajustaba más la cintura. Yo le dije que sí, que la cintura tiene que verse apretada. Pero estaba atónita. Atónita en mi vestido nuevo.

De Silencio, Clarice Lispector

Traducción de Cristina Peri Rossi

20 comentarios:

Anónimo dijo...

de hecho hay algo en la muerte de liberación de un vestido, ¿no?

beso

mjromero dijo...

Este modo de ir hilándolo me recuerda mucho al surrealismo, me pruebo el vestido y ante la muerte pregunto a los bomberos y comienza esa especie de desvarío, de hilación mental en el que la muerte es el hilo conductor, para acabar con la prueba del vestido, algo a simple vista muy trivial si lo comparamos con las ideas que va generando la muerte del desconocido en el mar.
Y en un tono discursivo que te remueve por dentro, como si unas uñas te arañasen interiormente...es el tipo de literatura que amo, me gusta porque te hace sentir el desgarro... y qué pocos escritores son capaces de hacerlo.
Gracias, bel,un buen cuento para una noche de verano, por suerte ya algo fresquita.
Un beso.

Isabel Mercadé dijo...

Amor,
Señalas muy certeramente una de las claves. Por eso ella dice
"Voy a decir un secreto: mi vestido es lindo y no quiero morir".
Un beso para ti.

Isabel Mercadé dijo...

Gracias a ti, Alfaro. Me encanta que te haya atrapado, con tu sensibilidad...Y si éste te ha arañado, no te imaginas lo que te espera...te agarrará el alma, la retorcerá, la cortará en pedacitos la triturará y hasta si le parece necesario la licuará.
Abrazos.
(siento tanta metáfora culinaria, no sé qué me ha dado)

alba dijo...

Ay, Bel, ¿qué es lo que tiene Clarice que nos agarra desde dentro? Sólo he tenido ocasión de leer dos de sus novelas, pero siempre que su nombre aparece por algún sitio, siempre que alguien, como tú ahora, nos ofrece sus palabras, es que se encoge algo en mi interior y, entonces, quiero más, y más, y más. Descubrirle a ella y a su literatura ha sido para mí demasiado importante. No sé si es el contraste de frases tan incisivas y otras más livianas, no sé si es la vida, o la muerte, que hay en sus historias, no sé qué es, pero, es verdad, como le dices a Alfaro, atrapa, agarra de raíz. Y que más puedo decir...

¡Qué buena esta sopa fría! Camarera, por favor, el siguiente.

Isabel Mercadé dijo...

Son muchas cosas, Luna, se puede escribir una tesis con ella... Una vez alguien me dijo que no se lee a Clarice, sino al propio inconsciente.
La camarera ya ha gritado "oído cocina", pero parece que el pinche anda distraído.
Un gran beso.

Clarice Baricco dijo...

Me agrada tanto que nos una la devoción a Lispector.
Es una emoción profunda leerla.
Del libro "Cuentos reunidos" hay varios que me gustan. Uno de mis favoritos es Felicidad Clandestina.
Brindemos por ella.

Abrazos

G

MGJuárez dijo...

Los días se suceden de hechos cotidianos, que parecen intrascendentes... pero siempre hay algo que nos recuerda el camino hacia un destino común.

El cuento mantiene la tensión constante, queremos saber cómo es que el joven cometió ese error de morir, mientras que el discurso femenino no hace más que anunciarnos el ansía tan fuerte que se sucede cuando sabes próxima la muerte.

Gracias Bel, por nutrirnos con esta forma culinaria tan original.

Un petonet!
Montse

PEGASA dijo...

Ante todo enhorabuena por el premio que seguro que es muy merecido.Sabes es tienes una narrativa estupenda, atraes y enganchas y encima enseñas, vamos abrumas directamente. Porque que cantidad de escritores tributas tu aprobación y le rindes un homenaje cybernético como se nota que te gusta leer y tienes en don de saber expresarlo y hacerselo llegar a la gente.

Isabel Mercadé dijo...

Clarice:
"Felicidad clandestina" fue uno de los primeros cuentos que leí y me quedé para siempre con la imagen de la niña abrazada al libro como una mujer a su amante. El primero en realidad fue "La mujer más pequeña del mundo" y ahí me atrapó esa ironía de Clarice, tan incisiva y a la vez abrazadora...y tantas cosas.
Abrazos.

Isabel Mercadé dijo...

Montse:
Me alegro que te haya gustado. Clarice es una auténtica maestra del cuento, ese género tan difícil que conoces bien.
Una abraçada.

Isabel Mercadé dijo...

Pegasa:
Muchas gracias por tu visita. Abrumada me has dejado tú a mí por tus elogios. Me alegro de que hayas encontrado aquí algo interesante. Siempre será un placer recibirte.
Un saludo afectuoso.

Anónimo dijo...

Me encanta la manera de la que está escrito el cuento. Es como si se fuera olvidando palabras atrás y las fuera recuperando para poder seguir, como si se le cayeran. Tropieza con cada una de ellas, sin caer, y se sobrepone y narra. Me ha gustado muchísimo. Y también la metáfora de las comidas respecto a los escritores. Cuánto aprendo contigo, querida Bel.

Isabel Mercadé dijo...

Fusa:
Estaba segura de que a ti también te atraparía Clarice, amenazo con un menú completo. Ya lo verás.
Besos mil

Espejismos dijo...

Hermoso texto, Bel. No había leído nada de esta autora, lentamente y siempre uno va aprendiendo de otros nuevas miradas. Recuerdo a Margarite Duras y su "laconismo" literario, precioso. Trozos de vida y de pensamientos hilando una medeja de imágines complejas en su profundidad. Siempre será poco agradecer una y otra vez estos textos.

Isabel Mercadé dijo...

Querido Lobosluna:
Una vez más coincidimos. Es una de las cosas que digo en esa tesis que acabaré cuando Dios quiera. También acabo de escribir un artículo en que vuelvo a esa comparación entre las dos. Estoy convencida de que si es mucho más conocida la Duras que la Lispector es porque la primera pertenecía a una poderosa comunidad cultural, política y económica... pero ya lo cuento en el artículo (te avisaré cuando se publique).
Y gracias por tus amistosas palabras.
Abrazos.

Fco dijo...

Te agradezco que me descubras a esta escritora, Bel. Tus comentarios en este Blog, no desmerecen en absoluto a los autores que incorporas. Te felicito por ello.

Isabel Mercadé dijo...

Fran:
Qué alegría recibir tu visita y qué alegría también que hayas encontrado algo interesante.
Ya ves que amenazo con más, mucha más Clarice.
Gracias por tus palabras.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Ya debes de saber lo mucho que me gusta Lispector. Felicidad clandestina. Cuando leí este relato, la siguiente semana de mi vida que quedé ensimismada. Me costó tanto recuperarme… hubiera preferido no hacerlo. Volveré a leerlo. Por cierto, voy a conseguir Don Giovanni, Van Dam y Te Kanawa, qué delicia no???

Isabel Mercadé dijo...

Pues claro que lo sé, Nuria. Sí, Clarice te atrapa de tal manera que te devuelve a ti misma. Me alegra que compartamos esto. Y a Te Kanawa.
Un beso.