Tacto


Primeras caricias
Mary Cassatt 1844-1926


"El contacto, en cuanto sensación, es una parte del mundo de la luz. Pero lo que se acaricia no se toca, hablando con propiedad. Lo que busca el otro no es la suavidad o el calor de la mano con la que se entra en contacto. La esencia de la búsqueda de la caricia consiste en el hecho de que la caricia no sabe lo que busca. Ese no saber, ese desorden fundamental, es lo esencial." E. Lévinas.

24 comentarios:

Jenn Díaz dijo...

Qué imagen tan tierna.
Además fácilmente reconocible.
¿Quién no ha visto a una madre así, con la mano de su hijo puesta en cualquier parte de su cuerpo, en una primera caricia?
Un abrazo, Bel.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Fusa:
Diría que las primeras caricias a las que se refiere M. Cassat son las del hijo, pero es mi percepción, desde luego siempre subjetiva...
Gracias por venir, por la ternura que tú siempre traes.
Un gran abrazo.

Marisa Peña dijo...

Ay Bel...cuántas vivencias evoca esta imagen.Ese beso que se lleva el niño en su mano y la sensación de que el mundo se reduce a ese instante, a ese beso, a esa mano, a ese tacto del hijo.Me he visto y me he reconocido en ese gesto con Pablo, tantas veces...
Un abrazo y de nuevo, gracias por la belleza.

Diana H. dijo...

"La caricia no sabe lo que busca"... qué preciosa manera de ver al niño descubriendo el mundo a través de las sensaciones. Navegar por ese contacto de piel con piel, a la deriva... inmersos en el placer del momento. Yo también he regresado de golpe a esos días de caricias con mis bebés...
Bella obra, Bel.
Un beso.

Fco dijo...

El niño, que se percibe un islote en un archipiélago, tiende puentes que le unan con el amor. A través del cuerpo de su madre trata así de romper el hechizo que le canta que está solo, y es falso. Abrazo.

José Antonio Fernández dijo...

La mano del niño descubriendo el mundo.
Una imagen preciosa.

mariajesusparadela dijo...

Solo los ojos de una mujer pueden ver a un hombre descubriendo la ternura. En la mirada del niño está el descubrimento.

Anónimo dijo...

Una imagen bonita. En cuanto al texto, tendría que pensarmelo pero, así, em principio, no estoy muy de acuerdo.

Isabel Martínez Barquero dijo...

La mano de ese niño delimita la geografía física de quien más ama, la crea con su tacto. Su olor ya lo conoce; su latido, también. Ahí, sus manos forjan la memoria de la figura materna: sus redondeces y sus aristas.

La pintura, tierna y deliciosa.

Un beso, querida Bel.

Belnu dijo...

Qué buena cita la de Lévinas!!!! Es exacta, lo había pensado muchas veces al acariciar...
Y en cuanto al cuadro, me recuerda a que cuando hicimos el libro juntas, Rauda Jamis me estuvo mandando postales con cuadros de maternidades distintas para que yo eligiera, y yo elegí el de Tamara Lempicka, porque me parecía el más adecuado para el libro, un libro que ya no reconozco como mío, pero la portada sí

http://www.mercadolibre.com.mx/jm/img?s=MLM&f=27819862_1337.jpg&v=P

Belnu dijo...

Y sí, parece que es la mano del niño la que distraida, busca lo que no sabe...

Clarice Baricco dijo...

Uf. Me ha llegado mucho este toque. Alguna vez toqué la mano de una gran hombre y le dije: perdón, me gusta tocarte, más allá de la caricia y él respondió que uf...Me quedé sin palabras.


Gracias.


PD. Al igual que tú, I.Barceló, mencionaron el cuento de la lechera. Por desgracia no lo conozco, ya me dirás en donde lo puedo leer.

Besos.

Isabel Mercadé dijo...


Marisa, Diana:

Vosotras sabéis exactamente lo que ella ha hecho.
Sí, son momentos irrepetibles. Asistir a sus descubrimientos en esa intimidad única.

Besos a las dos.

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En realidad, Fran, el niño en ese momento es todo lo contrario, no se percibe indistinto, no sabe que está separado del resto de los otros, mucho menos del cuerpo de su madre. Aún le falta descubrir que es un individuo aislado y que el resto también lo es.
Pero qué bien contado, casi podríamos creer que es como lo dices.

Un abrazo.

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Efectivamente, José Antonio, para el niño ella es el mundo. Qué bonito lo dices.

Un besazo.

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Isabel Mercadé dijo...


No sé si sólo una mujer puede verlo, Mª Jesús, tal vez también lo haya hecho algún hombre pero, en todo caso, las más auténticas imágenes que he visto eran las captadas por estas mujeres.
Qué certero eso que dices de la mirada del niño.

Un beso.

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Me encantaría oír tu opinión, Luis, cuando lo hayas pensado. Lévinas es uno de esos filósofos que me explican casi tanto o más que un poeta.

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Ah, Isabel, no sé qué más añadir, lo has dicho tan bien. Sólo gracias, y un abrazo.

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Isabel Mercadé dijo...

Belnu, como le decía a Luis, Lévinas se acerca tanto a cuestiones fundamentales y cómo lo cuenta, con esa transparencia.

No sólo el precioso cuadro de Tamara de Lempicka, hay tantísimos, de hecho de una manera u otra todas las pintoras se han aproximado al tema, pero en éste me pareció tan maravilloso lo que Mary Cassatt consigue, esos primeros intentos del niño de buscar a través de la caricia.

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Seguro, Graciela querida, que, efectivamente, buscabas algo, descubrir algo...

Respecto al cuento, en España lo aprendían a todos los niños. Pareciera que compartiendo tantas cosas, precisamente esa fábula deberíamos de compartirla.

Aquí tienes varias versiones, pero la moraleja es en todas la misma
http://www.materialesdelengua.org/LITERATURA/TEXTOS_LITERARIOS/CUENTOS/contar/lechera.htm

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Conde de Galzerán dijo...

Pues yo soy uno de los que podría creer lo que dice Fran. Ese niño lo veo un poco tardo sentimental. Está un poco crecidito para unas primeras caricias. No entiendo porque hablas de Samaniego. Si veo a Millet. ( El del Ángelus, no el otro, ¡líbreme Dios!). Una imagen saturnal sin deglución. Por esto, la pintura me remite a una sola palabra: confianza. Nadie pone los deditos en la boca de un caimán aunque no se sepa lo que se busca. La siguiente escena seria el susodicho retorciéndole los morros a su madre, al ver que no pasa nada. Casi todos los niños acaban haciéndolo. Pero ese seria otro titulo: exceso de confianza.
Las apreciaciones de Lévinas debían seguramente acompañar a otra pintura y no a esta, porque el único desorden fundamental que observo, está en su propio texto.

Bel, me tienes cada vez más encantado por la elegancia de como se desenvuelven tus palabras. ¿Nunca te lo dije?
Besitos, con las gafas puestas.

virgi dijo...

Un óptica nueva la de las caricias. Y realmente atractivo ese recorrido sin objetivo concreto.
Mary Cassat, tan dulce como siempre.
Como tú, estoy segura.

Fco dijo...

Admito el tironcito de orejas, no sin rebelarme un poco: los niños muy pequeños,cuando la madre se ausenta sienten que será para siempre y, cuando están con ella, sienten que será así eternamente. Lógicamente guardan un recuerdo emocional del pánico que sintieron cuando se fue y esa sensación desagradable de abandono es la que les hace ir desarrollando un sentido de individualidad. Este, creo yo y tal y como dice El Conde, está casí tan crecidito como para pedir la paga semanal y todo.

giovanni dijo...

Tante donne... povero bambino, dove è tuo padre?

Pero sabéis, me gustan mucho las madres, pero no la sobreprotección. No digo que sea aquí el caso. Aquí se ve un chico que toca, mura y traspasa algo a sua madre, y ella lo sta guardando, mirando, con un cariño que la pintora sabe traspasar de una manera maravillosa.

Scusi per il mio italiano, ma acabo de traducir una carta holandesa al italiano y la única manera de hacer eso es tomar la melodía italiana (no soy buen traductor).

En mi blog no pude evitar de colgar una foto de un bambino con su padre...

Besos

Isabel Mercadé dijo...


Mi Conde:

Lo de Samaniego era una cosa al margen, naturalmente, nada que ver.

En lo de la confianza, completamente de acuerdo.

El texto de Lévinas lo he seleccionado yo y lamento mucho que no le parezca adecuado para esa pintura. A mí sigue pareciéndome hermosamente exacto y
certero. En cuanto a la característica que le atribuye al discurso de Lévinas, no es ya que sea un hombre de poca fe, es que es de una herejía de tal calibre, que ni siquiera voy a responder. Rezaré por usted.

Y muchísimas gracias por esos piropos. Ay! que esta vez me temo que no le parecerán tan elegantes las fauces que acabo de mostrar.

Una abraçada molt gran.

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Mi querido Fran:

No era un tironcito de orejas, sólo una explicación. Como ya dije, me encantaron tus reflexiones y cómo las contaste.

Y estamos de acuerdo, claro que sí que cuando la madre se va se siente angustiado si todavía no es consciente de que son dos sujetos separados.

Pero después, ¡alá!, como el conde, a ver quién la dice, sólo les falta añadir que el niño lo que debería hacer es buscarse novia.

Un abrazo grandísimo también, Fran.

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Isabel Mercadé dijo...


Virgi, querida, me alegro de que tú si aprecies, después de los comentarios de estos amigos, las erráticas caricias levinasianas. Claro que creo que Giovanni abajo nos da la clave. Demasiado sostenido tanta mujer para luego presentarla con un niño dependiente que la acaricia. Demasiado para no protestar.

Un besazo.

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Mi Giovanni:

Gracias por la clave (ver comentario a Virgi). Y por ese italiano que es como una caricia.

Ahora mismo me voy a tu casa.

Un abracísimo.

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Conde de Galzerán dijo...

Pues te equivocas Bel, me sigues pareciendo un ser elegante e inteligente. Otra cosa es que no estemos de acuerdo en algunas cosas, como siempre. No suelo ir piropeando sin ton ni son. Tú te lo mereces. Los heresiarcas también sabemos reconocer a las buenas personas, a las personas interesantes.

Un peto, més fort que mai.

Anónimo dijo...

Vera dijo
las caricias pueden acercarse al desorden pero una mirada puede desorganizar tu precario mundo interior. Personalmente lo que me inquieta es la mirada del hijo hacia la madre y este gesto que parece un intento de sellarle los labios. Un hijo es un libro en blanco cuyas páginas a veces se escriben bajo el efecto de la plenitud y otras veces a golpe de tristes silencios

Isabel Mercadé dijo...


Un petó per tu, Conde.

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Nuria:

No es en absoluto mi percepción, pero precisamente, como la tuya, es subjetiva. No hay mirada que no esté mediatizada.

Bienvenida y gracias por tu visita.

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