Clarice Lispector, gatos y cerezas



Quería hablar de cerezas, de morangos y de Lispector. Pero empezaré hablando de gatos. Hoy un gato ha caído en mi patio. Me he topado con él, de pronto. Aquí, en tu casa, aparece un animal, grande (era muy grande, he podido comprobarlo cuando los dueños han intentado inútilmente meterlo en una de esas cajas de viaje), probablemente herido, y asustado. Yo también he sentido miedo, y algo más, algo que vacilaba entre la repulsión y la piedad. Nos hemos mirado en silencio. Nunca he sabido interpretar los gestos de los animales. Apenas los conozco. En mi casa no los había. Pero el suyo ha sido inequívoco. Ha empezado a recular, buscando un lugar inexistente que pudiera protegerlo, protegerse de mí. Entonces todo ha desaparecido, excepto la piedad y una especie de revelación: yo puedo dar miedo. Yo puedo darle miedo a un animal grande, asustado y herido. Un amigo me ha llamado la atención acerca de la pertinencia de estos adjetivos. Y también hemos hablado de Lispector, sobre la atención que se exige y exige, sobre la imposibilidad de leerla con prisas, sobre cómo reverberan siempre sus frases hacia aquello que de verdad importa. Y entonces he comprendido por qué hoy, que quería hablar de Lispector, he tenido ese encuentro. Para señalarme lo que ella sabía. Para que no olvidara decirlo. Lo que de verdad importa. Para que no olvidara que también yo, ella, el otro, somos animales grandes, asustados y heridos. Y que, aun así, podemos dar miedo.




Excepto Macabea. El gato ha sido por un instante Macabea. Absolutamente desprovisto, indefenso. Pero si Macabea muere, aplastada por un manotazo indiferente, el gato de esta historia sobrevive.
Y eso también lo sabía Clarice, por eso escribió al final del libro:
Não esquecer que por enquanto é tempo de morangos.
Sim.
Y, aunque sé que morangos significa en español fresas, yo lo traduzco así:
No olvidar que, pese a todo, estamos en el tiempo de las cerezas.
Sí.
Porque también hoy he comido las primeras cerezas. Y el aire está lleno de promesas que no se cumplirán, pero quiero creer en ellas. Y porque Clarice me ha traído hasta aquí. Clarice, como la vida, te conduce por caminos oblicuos. Y nunca encuentras lo que estás buscando, pero sí otra cosa. Ella ha tejido una sutil trama que me ha llevado hasta este espacio, en una pausa extraña de mi vida. Y me ha dado unos inesperados y valiosos compañeros de viaje, lectores también de Clarice: Shangri-la, Giovanni, Olvido, Nuria Ruiz de Viñaspre … o no. A todos os dejo aquí consignados, con cariño y agradecimiento. Pero esa pausa ya termina. Mis visitas continuarán, aunque habrán de ser mucho menos frecuentes. Por eso, quiero decir con Clarice,
no olvidar que, pese a todo, estamos en el tiempo de las cerezas. Sí.



Le temps des cerises, compuesta en 1866 por Antoine Renard y Jean Baptiste Clément, se convirtió en 187 1 en himno de la comuna de París.
La traducción no es mía, la he encontrado en un página de la red (por cierto, hoy se celebra el día mundial de Internet).

Quand nous chanterons le temps des cerises
Et gai rossignol et merle moqueur
Seront tous en fête
Les belles auront la folie en tête
Et les amoureux du soleil au cœur
Quand nous chanterons le temps des cerises
Sifflera bien mieux le merle moqueur
Mais il est bien court le temps des cerises
Où l'on s'en va deux cueillir en rêvant
Des pendants d'oreilles
Cerises d'amour aux robes pareilles
Tombant sous la feuille en gouttes de sang
Mais il est bien court le temps des cerises
Pendants de corail qu'on cueille en rêvant
Quand vous en serez au temps des cerises
Si vous avez peur des chagrins d'amour
Evitez les belles
Moi qui ne crains pas les peines cruelles
Je ne vivrai pas sans souffrir un jour
Quand vous en serez au temps des cerises
Vous aurez aussi des peines d'amour
J'aimerai toujours le temps des cerises
C'est de ce temps-là que je garde au cœur
Une plaie ouverte
Et Dame Fortune, en m'étant offerte
Ne saura jamais calmer ma douleur
J'aimerai toujours le temps des cerises
Et le souvenir que je garde au cœur.



Cuando estemos en el tiempo de las cerezas
el alegre ruiseñor y el mirlo burlón estarán de fiesta.
Mujeres hermosas tendrán la locura en la cabeza
y los enamorados, sol en el corazón.
Cuando cantemos en el tiempo de las cerezas
silbará aún mejor el mirlo burlón.
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas
cuando vamos los dos a cortar soñando
pendientes para las orejas…
Cerezas de amor iguales que rosas
que caen bajo el follaje como gotas de sangre…
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas,
pendientes de coral que se cortan soñando.
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas,
si acaso teméis las penas de amor,
evitad a las hermosas mujeres.
Yo, que no les temo a los grandes dolores,
no viviré ya un día sin sufrir…
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas,
vosotros también penaréis de amor.
Por siempre amaré el tiempo de las cerezas.
Es de ese tiempo del que guardo en el corazón
una herida abierta.
Y aunque se me ofreciera la dama Fortuna,
no podría jamás calmar mi dolor.
Por siempre amaré el tiempo de las cerezas,
y el recuerdo que guardo en el corazón.

La foto corresponde a la performance ofrecida por Gracia Iglesias en la presentación de su libro “Aunque cubras mi cuerpo de cerezas”, realizada en la galería Catarsis, de Madrid, con la colaboración del pintor José Manuel Rodríguez de Córdoba.

44 comentarios:

Anónimo dijo...

bel, justo ahora que te acabo de encontrar, ¿te vas? me da penita

me gusta de tu post la esperanza: "promesas que no se han de cumplir pero en las que quiero creer", eso se llama un acto de fe: sí se han de cumplir, te lo digo yo

amor

Lentitud dijo...

Una muy bella entrada para finalizar una pausa. No sé si por su tono o por sus pausas, tan llenas de significado y plenas, también en ella, me ha recordado a "L'arbre de les cireres".
Un abrazo.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Cuando he visitado tus amapolas mis manos se querían lanzar de golpe manos a contestarte, a hablarte de la brasileña Clarice Lispector, a decirte y repetirte lo mucho que la admiro desde siempre, a decirte que esa pausas que la vida nos propone son a veces necesarias. Me contuve. Bajé ligeramente a medida que leía tu tiempo de cerezas y vi la foto de la performer Gracia, otro descubrimiento a mis manos y por tanto un ser al que admiro desde hace mucho tiempo, porque el tiempo es relativo, y a decirte que aunque esas pausas sean necesarias te vamos a echar de menos aquellos que te encontramos puede que también gracias a Lispector. Me contuve y seguí leyendo. Más tarde leí tu mención de letras nuevas descubiertas entre las que sorpresivamente me encontraba. Ahora sólo que me queda darte las gracias por estas tres menciones y por haber conseguido contener a mis manos, que a veces tanto se precipitan hacia el abismo.
Simbólico. Hace diez u once años me encontré en las duras aceras al que hoy es el rey de la casa. Mi gato, mi Macabea particular.
Me quedo en tu "Clarice, como la vida, te conduce por caminos oblicuos. Y nunca encuentras lo que estás buscando, pero sí otra cosa". Tienes razón, un perfecto hilo solo va tramando los enlaces que sin duda perdurarán. Ay la Lispector y su fuerza… esperamos tu vuelta cualquier día de golpe.

Felipe Sérvulo dijo...

Hola:
Llega a tu blog recomendado por una buena amiga. Y la verdad es que se lo agradezco, ya que he pasado un buen rato disfrutando de tus escritos, me han parecido originales y buenos. No suele abundar la calidad en la blogosfera, por eso, si no te parece mal, voy a poner tu enlace en mi blog de poesía, seguro que ahí estás bien acompañada y, a la vez, tengo la llave para venir a tu casa.
Abrazos

Inuit dijo...

Una un texto precioso que me ha sabido a tríste, todo y que las cerezas van asociadas al patio de mi casa y al gran cerezo en flor;a la alegría de sus frutos.
Esperemos que tus flores vengan a nosotros pausadamente, pero que vengan .Cuando tengas algo que compartir,no lo dudes,hazlo.
Auroras en flor

mjromero dijo...

Te felicito por este paréntesis que has hecho en tu vida, un blog lleno de belleza, por los textos, por la música... y yo que soy tan, tan... casi que lloro leyendo y escuchando esta entrada.
Alguna vez pasarás por aquí y nos dejarás algo hermoso, estoy segura.
Yo seguiré visitando estas amapolas en octubre, si hasta el nombre del blog está lleno de belleza...
Besos.

giovanni dijo...

El tiempo de las cerezas empezó en mi juventud con mi padre ayudándome subir al cerezo (o es eso mi imaginación?), después llegaron las primeras cerezas, después de la muerte de mi padre mudábamos al centro de Holanda y iba a vivir en la región de los cerezos, mi abuelo tenía cerezos, las cerezas coloraban mi boca, colgaba las ramitas de dos cerezas juntas por mis orejas, escupía (es francés o castellano?) los cuescos (?) de las cerezas y hacíamos competencia quién podía lanzar lo más lejos, y por fin (para no continuar con la gran cantidad de significados que tienen para mí las cerezas) escuché por primera vez esa canción "Le temps des cerises" que por si sola consiguió producir otra cadena de asociaciones emotivas.

Un abrazo

Fernando dijo...

yo soy un gato...y adoro las cerezas...mayo y el tiempo de las cerezas es como un saludo afectuoso a la vida..a la voluptuosidad , al buen tiempo, al amor de la carne..besos.

Isabel Mercadé dijo...

Querido Santi,
No me voy. Sólo estaré menos.Pero estaré y te visitaré, seguro. ¡Ojalá tengas razón! Con mis mejores deseos para ti también.
Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Lentitud,
¡Qué pena que no he visto "L'arbre de les cireres"! Pero sí otras de Marc Recha, por eso creo que puedo apreciar lo que me estás diciendo. Gracias por ello y por la visita. Y, en cuanto pueda, iré a un video club donde lo tienen casi todo. Espero encontrarla. Te lo haré saber.
Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Nuria,
Recuerdo tu historia del gato que aceptó a la silla. Me encantó. Clarice Lispector también tiene un cuento sobre una silla, no sé si entonces te lo comenté. Ahora quería dejarte la referencia,pero no la encuentro. La buscaré con tiempo y te la pasaré. Gracias por tus cariñosas palabras. Seguiré aquí y allí, menos, pero seguiré.
Besos.

Isabel Mercadé dijo...

Felipe,
Encantadísima con tu visita y muchas gracias por tus palabras y los enlaces (veo que también habéis puesto en el Laberinto a Shangri-La). Yo te había leído y ya le había comentado a tu amiga cuánto me gustaban tus poemas. Pero no conocía tus blogs. Iré a visitarlos. Está también pendiente una visita menos virtual...pero no sólo se trata de arrancar belleza al tiempo, también tiempo para arrancarla.
Entre tanto, te dejo un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Inuit,
Eres verdaderamente una aurora boreal. Y tu patio, con cerezo y todo, más que patio es jardín. ¿Hay piedras cerca del cerezo? Sí, vendré, seguro, con flores o piedras y te visitaré.
Besos.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Alfaro,
No sé exactamente cómo querías terminar el tan, tan... pero de lo que sí tengo constancia es de tu humor, tu sensibilidad y tus preciosos textos. Y seguiré, claro que seguiré, intentando dejar algo aquí y paseándome por tu ciudad.
Un gran abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Querido Giovanni,
Gracias por el comentario, por tus recuerdos y por ese simpático e inagotable deseo de comunicarlos. Veo que los cerezos han significado para ti muchísimo. Seguro que tu novela es una maravilla. Sí, se dice escupir en español. Eso de cuesco no sé si será en latinoamérica. Aquí decimos hueso.
Besos.

Isabel Mercadé dijo...

Querido Fernando,
Es verdad todo eso. Recuerdo que fue de lo primero que hablamos, del tiempo de las cerezas (de gatos no, aunque saltaba a la vista). Entonces te deseé lo mejor para ese tiempo de luz, amor y carne. Te lo repito ahora, que "le temps des cerises" te sea propicio.
Abrazos.

Olvido dijo...

Es curioso pero Clarice dice al comenzar su libro de ‘La hora de la Estrella’ : “Todo en el mundo comenzó con un sí” y su última palabra es un ‘si’ cuando habla del tiempo de las fresas. Un círculo bien cerrado no?, todo comienza y todo acaba. Estoy tranquila pues he visto que no acabas, sino que te tomarás tu tiempo. Me parece estupendo, pero no desaparezcas del todo porque ella decía “lo que los demás reciben de mí se refleja entonces nuevamente en mí, y forma la atmósfera de lo que se denomina: yo”
Un abrazo.

ZenyZero dijo...

Hola, Bel. Qué bonito. Me ha gustado mucho, con sus pausas y su gusto por la vida. Es mi tiempo también, el de las cerezas.

Un abrazo
Chuff!!

Isabel Mercadé dijo...

Querida Olvido,
Certera cita. Como siempre, Clarice dando en el clavo. Y tú también.
Sí, aquí seguiré para vosotros, para ti, para mí, de vosotros, de ti, de mí...
Un abrazo.

Isabel Mercadé dijo...

Zenyzero,
Me alegra tu visita. Gracias por tus palabras. Tengo que repetirme (pues se lo he dicho ya a Fernando).
Te deseo lo mejor. Que este tiempo de las cerezas te sea propicio.
Un beso.

Gracia Iglesias dijo...

Lispector, gatos y cerezas, ¿se puede encontrar una combinación mejor? Sabes que siento predilección por esos pequeños y dulces frutos rojos, y ahora te escribo con una gata a mis pies, que llegó un día a mí tan asustada como ese que cayó en tu patio. Solo que ella era pequeña y no grande, pero da igual, porque tu reflexión sobre nuestra capacidad para dar miedo me sirve; la comprendo. Ahora es la reina de la casa.

Por un instante al leer este post tuyo sentí una enorme tristeza, porque creí que te ibas. Que dejabas la comunidad de escritores del aire. Ahora entiendo que no será una ausencia, sino un ir y venir que necesitas. Sé de ciclos y de la lucha por encontrar el equilibrio, sé de la falta de tiempo y la abundancia de proyectos, sé de las necesidades del alma y de los dedos que escriben y sé también de lo exigente que puede volverse la comunidad virtual si una no pone límites a su entrega generosa. Por eso entiendo tu decisión, pero confío en no dejar de leerte en este campo de amapolas rebeldes que nacen a destiempo. Gracias por incluír la foto de mi performance.
Un beso y mucha suerte en todo lo que te propongas.

Isabel Mercadé dijo...

Gracias,Domadora, por tus cariñosas palabras y tus buenos deseos. Y por permitirme usar tu preciosa foto. También yo te deseo lo mejor en todos tus proyectos. Por lo que se aprecia en tu blog, creo que tienes varias performances en perspectiva, que seguro tienen también eso indefinible, absolutamente original, agridulce y tierno que he visto en las fotos.
Un cariñoso abrazo.

Inuit dijo...

Bel,
Sigue publicando ,aunque sea poco,un pensamiento que te viene con ímpetu por la mañana,una sonrisa,una mirada ,un pequeño texto que te conmovió y que quieras compartirnos,una canción que te gusta y te alegra el día....
Simplemente eso,un compartir pequeño.
Auroras a media tarde.

Isabel Mercadé dijo...

Inuit,
Se intentará. Besos crepusculares.

ana p. dijo...

No conocía a Clarice, pero el rojo de sus cerezas ha llenado mi boca del sabor agridulce de las picotas y ha picado mi curiosidad. Gracias también por tu sugerencia en mi blog. Precioso post. Un beso

Isabel Mercadé dijo...

Ana,
Me alegro mucho de haberos acercado. Clarice y tú os merecéis la una a la otra. El libro del que hablo es "La hora de la estrella". Está traducido aquí por Siruela.
Un beso.

alba dijo...

Y en esta pausa extraña que también a mí me ha tocado vivir, encontré primero a Lispector y, ahora, a ti. Todo parece que se va hilvanando poco a poco.
Un placer descubrirte.

Isabel Mercadé dijo...

(*,
Gracias por tu visita. Te la devolveré muy pronto (espero). Estos días el trabajo me tiene secuestrada.
Um prazer também para mim.

A dijo...

No conocía a Claris hasta que tú me la recomendaste y, aún ahora, sigo sin conocerla, aunque espero enmendar este sacrílego error bien pronto. En mi vida, me pierdo muchas cosas, pero sé que éste es un desconocimiento imperdonable. Gracias por descubrírmela un poco más y por mostrar tu delicada percepción de la vida. Vuelve por nuestros espacios bien pronto, antes de que acabe este tiempo de cerezas porque sin ti, nada es lo mismo, nada es igual.

Isabel Mercadé dijo...

Rosa,
Gracias por tu cariñoso comentario. Vendré, seguro, y hasta me haré pesada.
Un beso.

alba dijo...

Yo y la luna creciente, ¡digo menguante!

Clarice Baricco dijo...

Què emocionante llegar a tu casa y encontrarme con mi amada Lispector. Me agrada coincidir con lo que tienes en tu blog.

El poema de las cerezas tambièn està hermoso.

Abrazos

Isabel Mercadé dijo...

Clarice,
Repito lo dicho en tu blog. La emoción fue mía. Como digo también en la otra entrada, hasta muy muy pronto.

Mertxe dijo...

Con tu permiso, Bel, me cuelo en tu casa. Me he puesto en la oreja a Yves Montand para que me cante 'Le temps des cerises', nadie como él sabía tanto de cerezas, a nadie le duraron tanto las cerezas. Cómo era este hombre...

A mí me gustan los animales, pero sólo he convivido con perros y gatos. Un gato al principio de mi vida y otro ahora. En medio, tres perritos. El gato me infunde respeto. No me da miedo, no, eso es seguro, pero me doy cuenta de que acabo de llamar respeto a lo que quizás es una difusa inquietud. Son bichos extraños, distantes, tan fríos a veces... Juegan contigo un momento, parece que te adoran..., y de pronto desparecen y te los encuentras en algún rincón oscuro, más quietos que la pared, mirando fijamente algo que nadie más ve. Baudelaire, que soñaba a menudo con gatos, solía decir que eran dulces y eléctricos y que por eso "adoptan en el sueño nobles actitudes, / grandes esfinges alargadas al fondo de las soledades / que parecen dormirse en un sueño sin fin".

Amenazo con volver.

Mertxe dijo...

...Porque volverás, ¿verdad? Me pasó lo mismo con Olvido, el día que la descubrí ella hacía maletas, luego regresó, se puso otro traje, debajo era la misma, y así fue cómo conocí a la ballena que tiene su cofa giratoria en el tejado...

Isabel Mercadé dijo...

Encantadísima con tu visita, Mertxe. Es verdad, es una cierta inquietud. Por eso son también tan atractivos.
Espero que cumplas tus amenazas. Yo ahora mismo voy para allá.
Un abrazo.

Fusa dijo...

Es que llevo toda la tarde de saltos y leyendo... y entre la inferioridad, la admiración y las ganas de más, en todos los sentidos, tengo el alma como con cinco quilos más.

Isabel Mercadé dijo...

Fusa, querida, tienes tiempo para dar mil portazos y piruetas. ¿Inferioridad? Ni por asomo. Al contrario. Y qué bien sentir cómo se engorda el alma.

Espejismos dijo...

¿El texto inicial es tuyo? (pregunto sólo para no caer en un desacierto, eso es todo). Porque está muy bien escrito, ni qué decir. Las imágenes de la canción-poema (¿es eso?) son luminosas y fuertes a la vez.

Isabel Mercadé dijo...

Sí, Lobosluna, el texto con la historia del gato es mío. La canción poema, ya dejo especificado abajo de quién es.
Muchas gracias por el piropo. Me alegro de que lo consideres.

Belnu dijo...

Esta prosa poética me encanta. Al principio creí que era de Clarice! Y es que no conocía ese registro tuyo tan narrativo y tan libre... Luego dudas de tus capacidades como novelista? Pues no deberías dudar, sino ponerte a escribir. Es precioso. Me gusta mucho ese encuentro con el gato asustado de la terraza y cómo lo has escrito.

Isabel Mercadé dijo...


Bueno, Belnu, me has desjado totalmente desnortada ¡y encantada!. ¡Confundirme con Clarice! Eso es como confundir no sé, aunque lo cierto es que sí había en el homenaje una voluntad de que mis frases reverberasen hacia las de ella, y tú, con tu afinada sensibilidad lo has notado.

Gracias mil, de nuevo,ya no sé como dártelas, por todo, y, sobre todo, por esos ánimos. Tú sabes bien lo necesarios que son a veces.

(Por cierto, lo del gato ocurrió. Es más auto que ficción.)

Angelica dijo...

Esta bueno poder encontrar a través de la web una entrada a un mundo de escritura tan fascinante como el tuyo y coincido con los comentarios que no abunda esta calidad de escritos. Como trabajo en relación con los seguros auto, muchas veces me encuentro alejada de la literatura, pero me gusta poder relacionarme

Isabel Mercadé dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Angélica.
Un abrazo.